La Facultad de Medicina de Oviedo y el Hospital Central tienen su origen en el siglo XVIII. "Ambos proyectos fueron auspiciados por el obispo González Pisador". Así lo sostuvo ayer el abad de Covadonga, Juan José Tuñón Escalada, en su conferencia "Oviedo, ciudad episcopal", que pronunció en el RIDEA y que estuvo enmarcada dentro del ciclo de conferencias organizado por la asociación "Amigos de Vetusta, Lancia y Pilares".

El abad de Covadonga puso de relieve como en 1.200 años, los que la sede episcopal ovetense tiene de existencia, los obispos han participado y colaborado en el desarrollo de la ciudad a través de fundaciones e instituciones desde el ámbito de la cultura a los aspectos sociales.

En toda esta larga historia hay diferentes figuras que realizaron una labor muy notable, pero en el medievo hay una muy especial, la del obispo don Pelayo que consolida la diócesis.

"También es una figura muy relevante Gutiérre de Toledo, y hay otra que es fundamental para Oviedo, Valdés Salas, fundador de la Universidad; y aunque la hace siendo arzobispo de Sevilla, creo que hay que situarla dentro de esa línea que los obispos llevaban de crear fundaciones de tipo educativo y cultural", puntualizó el conferenciantes. Antes, en el año 1534, había fundado el Colegio de San Gregorio. "Un obispo que además conocía muy bien la problemática del aislamiento que tenía Asturias por las malas comunicaciones".

El nexo de unión que tenían todos estos obispos intelectuales y pioneros en el desarrollo de Asturias se remonta, según sostuvo Tuñón Escalada, a los orígenes de la diócesis, que nace para afianzar la sede regia, "lo que significa que las reliquias de la Cámara Santa refuerzan y dignifican el nombre de Oviedo antes incluso de las peregrinaciones jacobeas, creando un centro de peregrinaciones en torno a la catedral".

Todos estos obispos tuvieron la conciencia de que desempeñaban una función, y que su tarea era promover la iglesia ovetense, lo que, evidentemente, repercutía también en la ciudad.

En la charla de ayer se concluyó que los obispos, antes que Jovellanos, se dieron cuenta del aislamiento que padecía Asturias, tanto en las comunicaciones como en la cultura. "Por eso Diego de Muros deja en su testamento dinero para que se mejore el camino que lleva de Oviedo a Castilla pasando por Pajares", resumió el Abad de Covadonga.