"¡Tranquilos, estáis en Europa!". Esa frase la han escuchado Guillermo Abril y Carlos Spottorno en la frontera búlgara y en medio del Mediterráneo. "La Grieta", un cómic con fotografías convertidas en viñetas y textos sacados de sus diarios de viaje, empuja a pensar en muchas cosas, entre ellas, por cuánto tiempo podrá pronunciarse esa frase sin mentir. Abril en la redacción, y Spottorno con la fotografía han recorrido las fronteras de la Unión Europea, en un trabajo periodístico al que dieron forma de cómic y con el que ganaron el World Press Photo, y han comprobado que Europa se agrieta. Ayer estuvieron en el Auditorio de Oviedo, en el último de los actos del Día Mundial del Refugiado, comentando su libro, y relatando los encuentros y peripecias que vivieron mientras recogían toda la información.

Las fisuras que ponen a prueba la fortaleza de Europa tienen muchas formas, dicen. "Hay una grieta económica entre los países del Norte y el Sur, que empezaron a utilizar seres humanos como arma de negociación en sus problemas económicos". Ese es el origen del traspaso del problema de la inmigración a los países septentrionales, según Spottorno: los países más pobres de la UE responden a los castigos económicos dejando paso, en represalia, a los refugiados.

La brecha interna de la UE se traslada a las fronteras y una de las peores es la de Melilla, donde Abril y Spottorno empezaron su reportaje. En el Gurugú, el monte donde se espera a dar el salto a Melilla, ya no hay oenegés trabajando, hay sarna, pulmonías y ataques nocturnos de la policía secreta marroquí, contaron, y solo un jesuita español sube de vez en cuando a llevar comida y medicinas.

Spottorno y Abril visitaron la frontera con Turquía, "una de las más militarizadas"; la de Bulgaria, donde los refugiados sirios, más de 11.000 en una oleada, acabaron en un lugar peor del que salían: una antigua base soviética en la que se negaban a entrar porque había tuberculosis. En Italia viajaron a Lampedusa y participaron en un rescate en alta mar, conocieron el cementerio de barcos y el museo de un músico que recoge restos de los naufragios: teteras, cepillos de dientes, anzuelos, blisters de medicamentos y biberones.