Callar bocas, ser famoso, montar el drama, desmontar la casa, vengarse de una suegra o ponerse a prueba a sí mismo. Los más de trescientos aspirantes a "Gran Hermano 18" que ayer se concentraron para el casting que se celebró en un hotel de la ciudad hicieron colas noche y día para lograr un puesto en el nuevo reality show de Telecinco.

Una de las frases más escuchadas durante todo el día fue "Yo soy la revolución" a modo de eslogan acorde con la temática elegida este año por el concurso. Entre las motivaciones de estos aspirantes, desde ganar fama y dinero hasta vivir la experiencia al máximo. Así lo explicaba Diego Rubio de 33 años, coordinador en una clínica dental: "Todo el mundo dice que es algo increíble, yo quiero saber si eso es verdad". Con una idea parecida llegaba a las siete y media de la mañana Cristina Peris, de 51 años. Trabajadora de la hostelería, ahora en paro, confirmó que lleva diez años enviando el formulario para entrar en la casa: "Es mi año. Puede ser un cambio en mi vida". Otros, como Laura de la Mata, de 24 años, tienen la ilusión desde niños de entrar en Guadalix: "Lo veo desde que era pequeña, es un reto para mí", al igual que Dimas Blanco que lleva cuatro años presentándose: "Tenía dos sueños en mi vida: ser una 'Spice Girl', que ya no puedo, y entrar en la casa de 'Gran Hermano'".

Brenda Novo y Laura Fernandez, camareras de Avilés y amigas, fueron las más "madrugadoras". Llegaron a la puerta del hotel a las once y media de la noche, el día anterior. Brenda, la primera para entrar, dijo que es capaz de ofrecer cualquier perfil que se pueda encontrar entre otros candidatos y que no hay nadie como ella. Laura se describió a sí misma como "la revolución". Detrás de ellas estaba Jose Calvo, también avilesino, de cuarenta y ocho años, aseguró que quería entregar mucho a la audiencia. "Soy distinto", simplificó. Otros madrugadores fueron Raúl Fernández y su sobrina Nieves Fernández, a los que les gusta criticar. Quieren vivir la experiencia y "reventar Telecinco". Saúl Castaño, peluquero de 31 años quiere cambiar su vida "estoy cansado de tratarme con gente común". Jonathan Francos de La Felguera es piloto de rally. Es la primera vez que se presenta y una de sus principales motivaciones es demostrar que, a pesar de ir en silla de ruedas, puede hacer de todo. Quiere dar mucha guerra y pasarlo bien. Carolina Martinez, propietaria de una tienda de ropa, y su amiga Alba Aguilera, profesora de baile, dicen que son muy payasas. Alba quiere conocer gente, pasarlo bien y asegura que lo único que va a echar de menos "es la sidra". El avilesino Omar Romero, de 23 años, quiere desestabilizar a la gente dentro de la casa, "para que se vean todas las caras". Roberto Gómez, de 28 años, dice que es la segunda vez que se presenta. Según él es un drama-queen y su estrategia para ganar el concurso, si pasa todas las fases, es "hacer el drama y la víctima para ganar".

Cargados de ganas y de ilusión, en los alrededores del Hotel Monumental, no solo estaban asturianos, sino gente de todo el norte del país que acudió para presentarse al casting.

Jorge Bueno, policia local madrileño de 51 años, aseguró haber inventado un método capaz de crear un buen comportamiento. Una estrategia que si lleva a cabo, asegura, gana el concurso de calle. Jesús Mateos vino desde Zamora para presentarse al casting, y en la espera conoció a Claudia López de León. Jesús dice que él mismo es especial y que su finalidad en el concurso es "callar bocas". Es panadero y promete que si entra en la casa nunca faltará pan recién hecho y bollería. La leonesa Claudia quiere entrar en el concurso para descubrirse a sí misma, "quiero ver hasta dónde soy capaz de llegar". Y no fue la única leonesa. Cristina María Bermejo estaba al prncipio de la cola, había llegado a medianoche. Es esteticista y nunca antes se había presentado al concurso. Este año se presenta "para fastidiar a mi familia". Dice que tiene dos personalidades diferentes, que si la cogen es como tener dos concursantes en uno. Jennifer Castro es de Madrid, pero vive en León. Tiene 21 años y está en paro: "Yo quiero callar bocas y darle un escarmiento a mi ex suegra", afirma. A su lado, Carmen Peinado, de 51 años, nacida en Santander pero asturiana de adopción, vive en Avilés, y el motivo de presentarse es que tiene una cuenta pendiente con su hermana. Promete revolucionar la casa con todas sus armas.

Fuentes del hotel informaron de que la jornada transcurrió sin ningún incidente.