"Mucha gente se empeña en interpretar la poesía, tratando de adivinar lo que quiso decir el autor; yo creo que es mucho más importante dejarse llevar por ella". Así lo aseguró ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA la joven escritora Amanda Granda Rodríguez, que presentó el poemario "Alma", editado por Camelot.

"Nunca escribí contenta, siempre lo hice por algún tipo de preocupación", señaló Granda, que define su libro de poemas como "la miel ahogada en los labios; el mapa de las ruinas en que se pierden los ojos apasionados y las miradas suicidas". Los poemas, repletos de sensaciones y sentimientos, son también "la tez oscura de las entrañas, el abismo por el que circula la valentía de los pies descalzos y las cenizas de la noche en unas sábanas marchitas", según su autora.

El editor Pablo Solares alabó la sensibilidad y creatividad de Amanda Granda Rodríguez, nacida en el verano de 1998, que creció, como buen espíritu de contradicción, "enamorada de los charcos en los que la lluvia dibujaba una realidad distinta a la que la lógica parecía haber diseñado", según indicó Solares.

Amanda Granda, que estudia Filología Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo, reparó en que era el bello lenguaje de la melancolía "el que nos hacía posible experimentar la vida".