"Algo que se puede decir en cinco líneas no debe ocupar diez". Con esta oda a la sencillez el escritor, periodista y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, Juan José Millás arrancó su discurso ante los alumnos de la rama de Humanidades del campus del Milán. El doctor honoris causa por la Universidad de Oviedo, es para muchos de los alumnos, un maestro y, como tal, se metió en el bolsillo desde el principio a estudiantes y profesores que acudieron ayer a un coloquio con el autor en la Facultad de Filosofía y Letras. Fue para presentar su última novela "Mi verdadera historia" y terminó hablando de la búsqueda del estilo propio y salpicando su discurso de anécdotas simpáticas.

Casi al comienzo del coloquio, tras la presentación del profesor Álvaro Ruiz de la Peña, Millás sacó su teléfono móvil para buscar en internet unos versos. Con un "estoy llamando a mi madre" arrancó la primera carcajada del aulario que, atento y en silencio, escuchó la lectura de un poema de Manuel Villas ambientado en la cola del McDonalds, a priori un escenario alejado de la poesía. La moraleja: "para escribir hay que desaprender lo aprendido". Despojarse de la visión "horrorosa" y clásica que suele tener la gente del género literario es vital para quienes pretenden crear textos con estilo. O sin él. Para Millás, la ausencia de estilo también es una forma de tenerlo. Huir de los tópicos y apostar por la simplicidad fueron algunos de los consejos que el autor escribió, entre líneas, durante la presentación de su última novela en la Universidad. En la obra, el escritor se mete en la piel de un adolescente de doce años. Procura aprender de la juventud y espera que ellos también se enriquezcan con sus relatos.

"Nunca se sabe la cantidad de información que tiene una novela; el aprendizaje depende de lo esponjoso que sea el lector", aseveró el autor de "Mi verdadera historia". Los libros que marcaron a Millás en la adolescencia fueron los de Julio Verne y los cómics. Para él, la literatura "conecta de una forma inconsciente con el lector". Y así, de manera casi inconsciente, Millás tomó el pulso de los alumnos de la Universidad de Oviedo que, aunque estuvieron tímidos en la ronda de preguntas, asentían en muchas pasajes de su discurso.

Sus novelas nacen a partir de un borrador largo que va limando hasta dejarlo en su mínima expresión. Una idea que Millás mamó en su primera etapa como columnista, cuando los textos los dictaba por teléfono e iba quitando adjetivos hasta conseguir ajustarlo a la caja asignada a su colaboración. "El aprendizaje en el periodismo me ha sido muy útil para alcanzar mi estilo: textos de apariencia sencilla pero con cierta carga de complejidad, lo que llamo sencillez compleja".

La simplicidad en su escritura también se refleja en los títulos de sus novelas aunque, confiesa, "si no te aparece el título a lo largo de la novela, mal asunto; tiene que surgir como si el texto lo exudara".