Las líneas de cercanías ferroviarias de Asturias llevan muchos años enfrascadas en una sangría del número de usuarios que ha puesto al servicio sobre las cuerdas, de manera que solo la declaración como servicio público de toda la red, lo que obliga al Estado a mantenerla abierta, ha impedido que se eliminaran paradas o trayectos enteros. En la marcha atrás del tren actúan varios factores, pero el examen de los números globales permite concluir que la pérdida de centralidad de la estación de Gijón ha resultado nefasta y que, en números redondos, el traslado desde la plaza del Humedal a la calle Sanz Crespo ha conllevado la pérdida de unos 600.000 pasajeros.

Esta circunstancia contrasta claramente con lo sucedido en Oviedo, donde, dentro del proyecto del metrotrén, se inauguró hace ahora diez años la estación de Llamaquique. Según datos del Gobierno regional, la terminal ferroviaria del "corazón" administrativo de la capital de Asturias se ha convertido ya en la que más pasajeros recibe procedentes de Gijón y Avilés, las otras dos grandes ciudades de la región. Y no solo eso, también copa ya el 40% del tráfico emisor de cercanías de Renfe. Los ferroviarios consultados confían en que el mismo fenómeno ocurra en Gijón cuando esté el plan de vías.