"Fue una locura y una Nochebuena rara, pero se quedó en un susto y no pasó nada". Así resume Patricia Fernández lo vivido en la madrugada del día de Navidad en su vivienda del número 26 de la calle Melquiades Álvarez. El humo del incendio producido en el piso situado justo encima del suyo provocó que decenas de residentes fuesen desalojados a las cuatro de la mañana, entre ellos, la propia Fernández y su hija de seis años, mientras que su madre, con la que comparte vivienda, decidió resistir para no abandonar a sus mascotas.

"Es muy difícil que me saquen a mí de casa y más dejando sólos a mis tres gatos", explica Belén Montero, progenitora de Patricia, mientras trata de limpiar los daños ocasionados por las labores de extinción en su salón. "Empezaron a caer hilillos de agua", coinciden en relatar las mujeres de una familia todavía impactada por el suceso que por suerte no afectó a la estructura del inmueble.

El intenso calor generado por las llamas provocó pequeñas quemaduras a dos bomberos. Sin embargo, los daños materiales se limitaron al piso incendiado, con la habitación en la que se originaron las llamas prácticamente calcinada, y al piso de abajo, a consecuencia de las labores de extensión. "Estoy esperando que seque para comenzar a limpiar a fondo", señaló Belén Montero, restando importancia a la magnitud de lo sucedido. "En ningún momento corrí peligro", declara.

Los vecinos del piso del quinto situado justo encima tuvieron más suerte al encontrarse fuera en el momento de los hechos. De todos modos, ayer por la tarde se pasaron por la vivienda para ventilar y tratar de erradicar el fuerte olor a humo. "Al final fue un susto y sólo nos queda limpiar hasta donde podamos", declara resignado un vecino afectado por el humo, abocado a coger la fregona en un día que, al menos a priori, se presentaba festivo.