Antigüedades Esperanza, popularmente conocida como Esperanzona, la tienda de anticuarios más famosa de Oviedo y muy conocida y respetada en toda España, que está situada en la calle Mon, casi a la sombra de la Catedral, en la casona donde nació y murió el que fue presidente del Gobierno, senador, diplomático y afamado hacendista Alejandro Mon (26 de febrero de 1801/1 de noviembre de 1882), se vende ahora por un millón y medio de euros. Es una de las casas más caras y extrañas de la capital del Principado.

La historia de Esperanzona es tan singular como local, pura esencia del "Oviedín del alma". Esperanza Álvarez Pevida, conocida por Esperanzona por su notable envergadura y también por su forma contundente y eficaz de actuar en los negocios, abrió las puertas del local entre los años 1917 y 1920. Sus descendientes no lo tienen muy claro.

Primero arrendó la casa a los herederos de su propietario, la familia Mon, que al final acabó vendiéndosela. Esperanzona, viuda y con once hijos, fue una pionera de las mujeres empresarias en la ciudad. En la posguerra, para sacar a su larga prole adelante, comenzó a negociar e intermediar con familias conocidas del Oviedo de entonces, vendiéndoles fincas, ayudándoles en la partición de sus herencias y comerciando con sus antigüedades. En poco tiempo fue ganando prestigio de mujer seria y trabajadora.

Como recordaba a este periódico uno de sus descendientes, vendió de todo, desde joyas valiosas y cuadros de los pintores más famosos hasta muebles de gran valor y antigüedades de la Asturias rural. Y como Esperanzona siempre cumplió, sus clientes lo supieron agradecer. Y así fue creciendo su fama de buena anticuaria. Su nombre terminó significando prestigio, solvencia y seriedad, incluso con los bancos, a los que tuvo que pedir créditos y a los que jamás rechazó una letra. "En esta casa no se devuelve una letra de cambio", era su lema.

A Carmen Polo de Franco siempre se la relacionó con Esperanzona como clienta en sus frecuentes viajes a Oviedo, pero la realidad es que ya eran amigas antes de que se casara con el "comandantín" en la iglesia de San Juan el Real.

La amistad con la mujer de Franco no se perdió con el paso del tiempo. Cada vez que Carmen Polo venía a Oviedo siempre tenía tiempo para visitar a su vieja amiga, por muchos compromisos oficiales que tuviera en su agenda. Tal vez porque Esperanzona, que era como era, nunca utilizó a los Polo para realizar ningún negocio y mucho menos presumir de su amistad.

Pero llegó un momento en que Oviedo se le quedó pequeño a Esperanzona para sus negocios y por eso decidió dar el salto a Madrid, en primer lugar, donde se enfrentó con éxito a los anticuarios más famosos de entonces. Lo hizo con audacia, solvencia y carácter. Después, ante la buena experiencia en Madrid, puso sus ojos en Barcelona, Bilbao, Santander y Vigo, ciudades a las que iba fundamentalmente a comprar diversos productos que después llegaban a Oviedo por ferrocarril en los vagones capitoné. Desde la estación del Norte eran trasladados en carros de bueyes hasta la tienda de la calle Mon.

Esto ocurría a finales de la década de los años cincuenta del pasado siglo, y cuando llegaban los carruajes a la tienda de la calle Mon, la gente "bien" de Oviedo se agolpaba a la entrada del establecimiento para conseguir comprar lo mejor que llegaba en ese envío, desde una cómoda hasta un óleo de un pintor famoso. Antonio María Esquivel, Valle, Piñole, Martínez Abades, Álvarez Sala... Y también mobiliario rústico asturiano, que ya empezaba a escasear y por lo tanto a ser muy demandado. Así, la tienda fue creciendo por todo el edificio, ya que las plantas de abajo se quedaban pequeñas, con lo que la vivienda fue dando paso al negocio, que terminó ocupando la mayor parte del edificio.

Pero en el año 1968 muere Esperanzona, y su hija Sira Valledor se hace cargo del establecimiento, que mantiene abierto hasta el 28 de enero del año 2001, fecha en la que fallece. Entonces sus herederos continuaron unos años más vendiendo lo que podían, hasta julio de 2011, fecha en la que esta historia se da por terminada.

Ahora, puesta a la venta por un millón y medio de euros, el noble edificio de la calle Mon todavía conserva algunas existencias de los buenos tiempos, objetos muy singulares para todo tipo de coleccionistas.