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"El Calatrava es una ruina para dar servicios públicos", señala el personal del Principado

Empleados de las consejerías denuncian inundaciones de aguas fecales, averías en los ascensores y problemas de ventilación

Uno de los dos ascensores de las oficinas de Cultura, averiado. L. B.

"A veces nos preguntamos cómo un edificio que iba a ser tan moderno puede ser tan tercermundista". De esta manera tan directa traslada una trabajadora de las oficinas de las consejerías de Cultura y Economía ubicadas en el Calatrava sus quejas acerca de un edificio al que otros compañeros no dudan en referirse como "una auténtica ruina para ofrecer servicios públicos".

Los más veteranos, los llegados a comienzos de 2008 a las instalaciones de la mano de la entonces consejera de Cultura, Encarna Rodríguez, califican de odisea diaria lo vivido en una de las alas del mastodóntico edificio. "A los pocos días de llegar tuvieron que reforzar los biombos de las oficinas porque eran tan endebles que se caían", destacan.

Las primeras quejas sobre las deficiencias fueron atendidas rápidamente por la administración. "Al principio trataron de dar soluciones, pero las deficiencias eran tantas que ya desistieron al verlo imposible", relatan los empleados, poniendo como ejemplo de los despropósitos el hecho de que no puedan almacenar más de dos archivadores en los armarios de las oficinas de los pisos altos para evitar daños en el suelo. "El problema es que esto fue diseñado para uso residencial y no público", argumentan.

Entre las molestias cotidianas son especialmente frecuentes las averías de los ascensores. "Llevamos así desde el 1 de noviembre y todo son problemas para arreglarlo", protesta un grupo de los alrededor de 250 trabajadores repartidos entre las oficinas de tres consejerías del complejo, cansados de aglomeraciones para usar el único elevador operativo.

Los empleados públicos denuncian haber padecido inundaciones de aguas fecales en las plantas bajas y el aparcamiento. "A algunos les cayó la porquería sobre el coche", explican sin olvidar los graves problemas de ventilación. El aire de todas las plantas se evacúa por la tercera y ello ha provocado algún que otro problema laboral. "Una empleada con intolerancia al marisco fue trasladada porque aun estando en la tercera planta se ponía enferma cuando alguien calentaba comida en la primera", comentan acerca de unos problemas continuamente denunciados a la administración regional y nacional, la última vez, el pasado agosto.

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