Elena FERNÁNDEZ-PELLO

Inmaculada González-Carbajal visita con frecuencia a la República Democrática del Congo, donde la Fundación El Pájaro Azul, que creó hace unos años, mantiene varios proyectos solidarios. En esos viajes, veinte hasta ahora, ha aprendido mucho. "Cada uno es un máster de vida acelerado", reconoce. Entre otras cosas, ha aprendido que "el sentido de la vida se encuentra viviendo". González-Carbajal, médico de profesión, habla de ello en su libro "Y al final todos calvos", que ayer presentó en Libroviedo y cuyos derechos de autor serán donados a sor Ángela Gutiérrez, para el sostenimiento del centro para enfermos mentales que gestiona en Kinshasa.

La autora de "Y al final todos calvos" estuvo acompañada ayer por su editora, Esther Prieto, de Trabe, y conversó con Javier Gámez, patrono de la Fundación El Pájaro Azul y miembro de la directiva de Tribuna Ciudadana. Contó que su libro recoge experiencias personales y que en él apuesta por "vivir y disfrutar", sabiendo que el destino final es la muerte y encarando esa realidad con "sentido del humor", algo que le han enseñado los africanos.

González-Carbajal regresó el pasado mes de marzo de la República Democrática del Congo, donde la situación política es crítica. "Fue la primera vez que escuche silencio en las calles de Khinsasa durante días y días", refiere, aclarando que los habitantes de la capital congoleña son de naturaleza ruidosa.

Ella se alegra de que el Premio Princesa de Asturias de la Concordia haya recaído en Amref Health Africa, una ong que cuida de la salud de ese continente formando a la población nativa.