Fabiola del Oso fue una de las grandes ausentes en la entrega de premios "Santa Catalina" celebrada ayer. Le hubiera encantado recoger el premio "Du Pont", que le acredita como el mejor expediente del grado de Ingeniería Química de este año: pero lo primero es lo primero. Ayer mismo comenzó los exámenes del máster en Ingeniería Química que comenzó en la Universitat Ramón Llull de Barcelona, por eso fue su hermano pequeño, estudiante de Fisioterapia, quien la representó.

Nacida en Tineo, Del Oso se trasladó a vivir a Oviedo cuando tenía 10 años. Tras finalizar la Educación Secundaria y el Bachillerato, se le presentó un gran dilema: debía elegir estudios universitarios. Seguir formándose era la única opción que barajaba. Con toda probabilidad, se iba a decantar por una Ingeniería y recordó un artículo que había leído varios meses atrás sobre la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad de Oviedo. "Tenía muy buenas referencias, la ponían entre las mejores a nivel nacional, así que finalmente me decidí", cuenta la tinetense. Y no se arrepiente de su elección, aunque al principio no era como se imaginaba. "Vas con una idea preconcebida que luego nada tiene que ver con la realidad, pero he de reconocer que desde el principio me gustó mucho", comenta. Según desvela, fue en ese primer año cuando tuvo claro que la Ingeniería Química era lo suyo. "Además de las asignaturas comunes como Matemáticas o Álgebra, había otra, Bases de la Ingeniería Química, que realmente te hace ver si te gusta o no esta rama del conocimiento, la que te introduce en la materia, y a mí me marcó mucho y me animó a seguir". Sacó matrícula de honor. En las diez asignaturas del primer curso obtuvo la máxima nota, y en segundo, ocho. No está mal. En tercer curso se fue de beca "Erasmus" a la Universidad de Manchester, y aunque el sistema de puntuación no es el mismo que en España, rozó la perfección. El premio que recogió ayer su hermano en su nombre lo acredita.

"Este año es más complicado", comenta la joven en un pequeño descanso de su tiempo de estudio. El máster está siendo algo duro, no como el grado, estudios que compatibilizó sin ningún problema con aficiones y tiempo de ocio. "Sí que es verdad que hay que dedicarle algo de tiempo todos los días, ya que hay que complementar lo que haces en clase con ejercicios en casa, pero nunca dejé de salir con mis amigos ni de pasar tiempo libre", reconoce. Ahora es muy distinto.

Este año cursará el máster y el próximo deberá entregar el trabajo de fin de máster. Hasta aquí, sin problemas. Pero los períodos de exámenes, cuatro a lo largo del curso, son bastante duros. "El lunes acabamos las clases y el miércoles ya tuvimos el primer examen; la verdad es que hay que llevarlo bien al día", señala.

A pesar de lo que le espera, no tiene pensado dejar de formarse o tomarse un "año sabático". Teme tener que tomarlo a la fuerza. "Tal y como están las cosas y por muy preparado que estés, nadie ni nada te garantiza que vayas a encontrar un buen empleo, por eso mi principal objetivo para cuando acabe este máster es ponerme a trabajar en alguna de las ramas de la ingeniería química, ya que todas me gustan, desde petroquímica a química fina o incluso realizar proyectos para otras empresas; no le cierro la puerta a nada", concluye la joven.