Cada equipo tiene su propia historia, con sus dificultades e hitos y, a veces, resulta imposible buscar paralelismos entre dos narraciones separadas por décadas de diferencia. Pero en otras ocasiones, en cambio, sí es posible encontrar puntos en común. Seguramente al Oviedo de Miera que logró el último ascenso en 1988 y al actual, dirigido por Egea y que aspira a repetir gesta, les separen más cosas que las que les unen, principalmente en cuanto a estilo de juego. Pero la trayectoria de ambos equipos coincide a estas alturas de temporada. El oviedismo, en un momento de máxima ilusión, se agarra al último gran recuerdo de regreso a Primera para confiar en un final de la historia igual.
El actual Oviedo ya se ha quitado la careta y afirma sin titubear que quiere aspirar al ascenso. El sistema de competición permite lograrlo por la vía directa o a través del play-off y, viendo el desarrollo de la temporada, alcanzar uno de los dos puestos de ascenso directo no es descabellado. Los azules son ahora terceros, a un punto del segundo, el Leganés, y a cinco del Alavés, líder de la categoría. Tras 25 encuentros disputados, los de Egea suman 42 puntos, tras 11 victorias, 9 empates y 5 derrotas; con 35 goles a favor y 28 en contra.
El Oviedo de Miera mejoraba los números del actual a las mismas alturas de campeonato, jornada 25º. Con el matiz de que entonces solo se disputaban 38 jornadas y el final estaba más cerca. Aquel conjunto había ganado 14 partidos, había empatado cinco y perdido 6; con 42 goles a favor y 25 en contra. Sumaría con el sistema de tres puntos por victoria 47, cinco más que el actual Oviedo, aunque desde el tercer puesto de la tabla, el ascenso le quedaba más lejos. Aquel equipo navegaba entonces a tres puntos del segundo, con el sistema de dos puntos por triunfo.
El Oviedo de Miera se caracterizaba por ser un equipo solvente independientemente del escenario. Es ésta una característica que comparte con el equipo de Egea. Era un equipo firme en defensa, con velocidad arriba y acostumbrado a competir. Un conjunto muy compensado: daba la impresión de que el bloque sobresalía por encima de las individualidades. Futbolistas que por separado quizás no llamaran la atención crecían en el sistema de Miera.
La regularidad fue la nota destacada en su trayectoria por la competición. Tras los titubeos del inicio, el equipo se asentó en las primeras plazas. Por entonces, subían dos equipos directamente y otros dos disputaban la promoción de ascenso: se enfrentaban al tercero y cuarto por la cola de Primera a doble partido. El vencedor, se quedaba con la plaza en la máxima categoría. Ahí es donde los azules lograron el ascenso.
El Oviedo de Egea también quiere crecer a partir de la solidez en defensa. Y también apuesta por la velocidad arriba. Hay un registro en el que la versión actual supera a la del 88, la acumulación de partidos sin perder. Con la victoria ante el Tenerife, el Oviedo lleva 10 partidos sin perder, gracias a cinco victorias y cinco empates. Los de Miera dejaron su mejor marca de la campaña en nueve encuentros sin conocer la derrota, aunque la racha fue muy productiva: de los 27 puntos que estaban en juego, los carbayones se quedaron con 23, gracias a siete victorias y dos empates.
A los azules aún les queda un mundo por delante si quieren emular la gesta del 88. De momento han encontrado una vía para optar al éxito, la presencia de un goleador que ayude con su oportunismo en el área. En el Oviedo de Miera, Carlos Muñoz era el estilete. Acabó la temporada con 25 goles y llevaba 15 trad 25 jornadas. Toché, tras un inicio más complicado, se ha convertido en la referencia: lleva 12 goles, a uno del Pichichi.
