Para celebrar el cumpleaños, los veinte años de vida de la revista «Pueblos y gentes de Siero», (¡La histórica del concejo!), hemos ideado un suplemento para honrar y recordar de una manera muy especial a Joaquín Vigil, el «Guaxu», maestro de cronistas. Y pensamos que el mejor homenaje que se le podía hacer en estos momentos, el más emotivo -aunque parezca sencillo- era recoger algunos de sus escritos del pasado de esta Pola de Siero, la que le vio nacer, crecer y hacerse un poco mayor (nunca viejo, aunque ya sea octogenario), para que queden como algo perdurable y entrañable entre los sierenses, con los suyos, para los que escribió de fútbol en «Región», durante seis lustros, de nuestro Club Siero especialmente, con constancia, sin interrupción y sin cobrar ni una triste peseta.

Joaquín, después, para no perder la costumbre y sin dejar de ser un Quijote en esta vida, lo siguió haciendo durante muchos años más, en otros periódicos, revistas y porfolios, con el mayor entusiasmo y lealtad. Lo suyo fue siempre, y será hasta el final, escribir de la Pola y de los polesos con el mejor estilo y el mayor amor, sin que le quede ningún cargo de conciencia.

En estos momentos y desde la revista «Pueblos y gentes de Siero» (la que con gran humildad y modestia me ha tocado fundar y la que llevo dirigiendo ilusionado nada menos que veinte años, siempre con la idea de que fuese la cultural e histórica de Siero), y también desde LA NUEVA ESPAÑA, debo decir que siento y lamento que Joaquín Vigil, compañero y colaborador con el que siempre hemos contado, no tenga ningún libro publicado, con la gran cantidad de material y conocimientos que atesora.

Precisamente por ello, los que hacemos la revista de Siero, nos adelantamos con un fascículo extraordinario (que es mucho dentro de nuestras escasas posibilidades), para homenajear a Joaquín Vigil, confiando en que alguien se acuerde de él y de lo suyo, de esa obra valiosísima que se fue haciendo y creciendo, y que, pacientemente, archiva, guarda y protege. A la vez que deseamos que esta inesperada sorpresa, preñada de emociones, le proporcione fuerzas y ánimos, para que continúe escribiendo y cantando a la Pola y a los polesos a sus ochenta y tantos años.

Aprovechando alguno de sus descubrimientos periodísticos, dejamos que el propio cronista nos los cuente como primicia en estas páginas, empezando con los cortejos del «Comandantín» en la Pola, que eran precisamente los escarceos amorosos de Francisco Franco con la hija de la «Generala», metiendo por el medio de celestina a la siempre vendedora de periódicos, a su tía Pacita o Paz Vigil, «la Guaxa». Así los relata:

«En las casas de "les Viroles" era donde Francisco Franco, "el Comandantín", esperaba a Matilde Castañón, conocida como la hija de la "Generala" que vivía en un edificio cercano, de planta baja y piso, disponiendo de un adosado con un gran portón que permitía el paso de carruajes.

»Franco, que venía desde Oviedo galopando, guardaba su caballo blanco -color que le había dado suerte en la guerra de África- en la cuadra del "Tin", a unos cien metros de aquel lugar. Cuando la joven Matilde estaba en el colegio de las monjas de "Nôtre Dame", situado en la calle de Canillejas, era la "Guaxa" la encargada de hacerle llegar a la colegiala las cartas, notas y citas que le entregaba aquel muchacho, un militar de baja estatura que a los vecinos de la calle les parecía "muy osado y valiente".

»Con el tiempo así quedó la cosa y, curiosamente, Matilde Castañón siguió manteniendo amistad con el ya general Francisco Franco en Madrid, donde luego residió, y en reuniones amistosas solía enzarzarse con doña Ramona (la esposa del ministro Camilo Alonso Vega), por aquello de Noreña y la Pola, teniendo siempre que poner orden el propio general.

»¿Hubiera cambiado la historia de haberse casado Franco con la hija de la "Generala" de la Pola? Lo cierto es que los historiadores desconocen que Francisco Franco fue pretendiente de Matilde Castañón y que cortejó en la Pola».

También es Vigil el que narra en otro escrito, el que titula: «Las mujeres son sirenas», lo ocurrido en el río Nora, por los años treinta y pocos del otro siglo, y así nos lo va desglosando: «En plena guerra civil se le ocurrió a un señor -que decía ser comunista- llevar a una hija suya al molín de la Pola, para que se bañase desnuda. La chiquilla tendría unos 10 o 12 años y la llevaba precisamente al feudo de los "tarzanes". Como se puede suponer, la expectación estaba servida; y como si se hubiesen tirado programas de mano, se sabía incluso la hora del baño de aquella chavalita, que su padre, por lo visto, quería convertir en la Eva moderna del entonces conocido paraíso soviético. En aquella ocasión los demás pozos donde nos bañábamos los polesos quedaron desiertos, y la presa del Molín fue como un escenario de una película».

Todo lo anterior, y mucho más, se recoge con todo detalle en diecisiete artículos periodísticos dedicados a Pola de Siero, y que como homenaje a Joaquín Vigil, maestro de cronistas, recopila y presenta la revista de Siero (¡La histórica del concejo!) Y, además, donde se le agradecen al colaborador de este periódico, al admirado Joaquín Vigil, el "Guaxu", «sus lecciones magistrales de persona honesta y honrada, de hombre de bien».

¡Larga vida, salud y paz para ti, compañero y maestro!