Oviedo

María José IGLESIAS

Manuel Álvarez-Uría (Oviedo, 1943), catedrático de Biología Celular del departamento de Morfología y Biología Celular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo y presidente de la Real Academia de Medicina del Principado de Asturias, pronuncia hoy la lección inaugural del curso de la Universidad de Oviedo. Su título es «Estrés y enfermedad».

-Pronunciar la lección inaugural del curso siempre es un honor, pero en esta ocasión se añade más solemnidad al acto. ¿Es así?

-Es una satisfacción enorme y un gran honor inmerecido. Como digo en el discurso, que sea yo la persona designada no se debe a mis méritos. Ha sido una conjunción astral. Cada año le corresponde a una Facultad o centro docente y se designa al profesor más antiguo. Yo soy el más veterano de la Facultad de Medicina. Que le ocurra eso a un profesor es casi tan difícil como acertar una quiniela. Además, que el acto corresponda al curso en el que celebraremos el cuarto centenario y que acudan los Reyes de España, 35 rectores y numerosos invitados ilustres es una conjunción casi imposible de repetir.

-¿Se siente abrumado ante la responsabilidad?

-Aparento tranquilidad, pero soy una persona muy tímida aunque no lo parezca. A pesar de los años que llevo vinculado a la Universidad sigo poniéndome nervioso cuando tengo que hablar en público. Incluso antes de dar una clase necesito un tiempo para concentrarme y plantar cara a la lección con un buen guión. No me gusta dejar sin explicar cosas importantes que un médico debe saber. Cuando era niño, en Pola de Siero, me vino muy bien para vencer la timidez participar en obras de teatro y funciones en las que recitaba poesías.

-Lleva treinta años ligado a la Universidad. ¿La institución es hoy muy diferente de la que usted conoció en 1977?

-Cuando llegué a Oviedo ya venía de la Complutense, de la Autónoma en Alcalá de Henares y de la Universidad de Salamanca. La Universidad de hoy es muy diferente porque tiene muchos más medios, algo que se nota especialmente en Medicina. También me tocaron años de absoluta masificación, con 1.000 alumnos por curso. Era muy difícil llegar a todo el mundo. El país mejoró, la economía también. Se dedica más dinero a la educación superior.

-La aplicación de los «numerus clausus» en Medicina ha generado una gran polémica, pero parece haber contribuido a regular el número de alumnos. ¿La Universidad debe estar abierta a todos?

-Tener muchos universitarios no es malo nunca. Todo el mundo tiene derecho a recibir educación superior. El problema es determinar si todos los que estamos en la enseñanza tenemos capacidad para encauzar las capacidades de nuestros alumnos. Debemos ser autocríticos. La Universidad es autocrítica por naturaleza. La Universidad de Oviedo tiene una buena plantilla docente. Estamos en el camino de ir mejorando cada día.

-El mundo de hoy tiene poco que ver con el de 1608, ¿Qué hecho destacaría como más relevante en la investigación médica en todo este tiempo?

-Desde el punto de vista médico, el descubrimiento de los antibióticos provocó un antes y un después en la historia de la enfermedad. Existe una era pre- y post-antibiótica. Encontramos armas para combatir enfermedades infecciosas que eran un azote para la humanidad. Las epidemias de gripe causaban miles de muertos.

-¿Y en la política?

-A España la ha marcado la guerra civil. Una lucha a muerte en la misma casa, entre hermanos, es una tragedia de dimensiones inigualables. Aún sufrimos las secuelas.

-Algunos se resisten a pasar página...

-Es difícil cerrar esa página, pero no queda más remedio.

-Los avances médicos y la tecnología más espectacular no logran frenar la tragedia del sida en África o la lepra en la India o China ¿Qué está pasando en el mundo?

-No podemos olvidar en ningún momento que con lo que nosotros dejamos en los platos en otros lugares comen 15 o 20 personas. Lo mismo pasa en el ámbito sanitario. Tenemos que hacer partícipes a esos pueblos de nuestro bienestar empleando el dinero en ello, y no en otro tipo de gastos. Cuando una persona está enferma no se le puede mirar el estatus, el lugar de procedencia o las capacidades mentales.

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