Oviedo,

María José IGLESIAS

«La alta costura va más allá de la confección de un vestido, refleja una forma de entender la vida». La frase, de José Oliu, presidente del Banco Sabadell, aparece en el catálogo de la exposición «La edad de oro de la alta costura». La muestra, que reúne 150 trajes, complementos y bordados de la colección Antoni de Montpalau, abrió ayer en la sala de Banco Herrero.

La muestra, fruto del convenio de colaboración entre Banco Herrero y la Consejería de Cultura del Principado, presenta vestidos, sombreros, zapatos, bordados y bocetos del siglo XX, ordenados por décadas, realizados por los principales modistos españoles, entre 1920 y 1990. Incluye trajes de Cristóbal Balenciaga, Manuel Pertegaz, Pedro Rodríguez, Elio Berhanyer, Asunción Bastida, El Dique Flotante, Santa Eulalia, Carmen Mir, Pedro Rovira y Flora Villarreal -la modista de Madrid que vistió a la duquesa de Alba-, junto a un traje de Jeanne Lanvin de 1920, época en que la famosa modista francesa tuvo casa abierta en Barcelona. Hasta el 28 de febrero, en el corazón de la capital podrán contemplarse los trajes de creadores que fueron el «alma» de la costura española. Algunos aún viven. Es el caso de Pertegaz, autor del vestido de novia de Letizia Ortiz.

Sobre los maniquís reposan las «criaturas» de Rosser o Roberto Dalmau que engalanaron noches de Ópera en el Liceo, puestas de largo en Pedralbes o inolvidables veladas en el Rizt. En la tela de los trajes de fiesta va prendido un trozo de sus propietarias. Eran y son damas de la alta sociedad catalana, como Coqui Malagrida, elegante oficial, clienta habitual de Christian Lacroix y entusiasta de una colección que comenzó a reunirse en 2004. Los pormenores de la muestra los explicaron ayer Jorge Fernández León, viceconsejero de Promoción Cultural y Política Lingüística del Principado; Miguel Molins, director de la Fundación Banco Sabadell, y José Casamartina, comisario de la muestra que celebra su «premier» en Oviedo.

Fernández León destacó la expresión artística y creativa que hay detrás de la costura e invitó a visitar la muestra a los diseñadores que comienzan su carrera en Asturias. Citó un pasaje de «Gomorra», el ensayo sobre la Camorra napolitana escrito por el periodista italiano Roberto Saviano en el que un sastre que trabajó para la mafia, un día, ya dedicado a otro oficio, ve en la televisión a una actriz vistiendo uno de sus trajes, en Hollywood. A su juicio, «se reconoce el enorme esfuerzo artístico que hay detrás de estos vestidos, en muchos casos poco reconocido».

Miquel Molins mostró su satisfacción por poder destinar la sala del Banco Herrero a la muestra. Tanto Fernández León como Pablo Junceda, director territorial de Banco Herrero, destacaron la importancia de que Oviedo haya sido elegida para desempolvar reliquias de la aguja y el dedal, que se guardan en Sabadell. La colección, con 1.700 piezas desde el siglo XVI a nuestros días, se reunió a instancias de Anna Casanovas, con la colaboración de Casamartina. Además de trajes de noche y de fiesta, de novia, sastres y abrigos, se incluyen sombreros, algunos también creados por Balenciaga, Pertegaz y Rodríguez. Otros de firmas como Elena Katona, Pilar Gabasa y Martí Martí, y zapatos de Pertegaz, Rodríguez, Loewe, Álvarez, Durany y Bravo Java.

La muestra se completa con bocetos de Pedro Rodríguez, entre 1925 a 1960, y bordados de Casa Lugel, que bordó el Pertegaz de la Princesa de Asturias. Las piezas se muestran por primera vez, al margen del momento en que fueron lucidas por sus propietarias. Muchos trajes han tenido que restaurarse con una precisa labor de recosido. A la hora de colocar los vestidos en los maniquís se han rellenado hombros o caderas.

Todo con tal de que el traje luzca como si realmente estuviese dentro del cuerpo de la mujer para la que fue creado. Los trajes desfilan ante los ojos bajo una luz tenue, la justa para que no se dañen las organzas y brocados. La alta costura nació con Worth a mediados del XIX. Ahora renace en Oviedo.