Oviedo, Eduardo GARCÍA

Alberto Pérez Huerta llegó a la Universidad de Alabama a principios del actual curso y trabaja como profesor asistente en el College de Ciencias de un campus con 30.000 estudiantes. Tiene por delante seis años de prueba, con evaluaciones anuales. Si hace las cosas bien, en tres años puede lograr la plaza fija en la asignatura de Biomineralización y Paleontología.

Su caso explica el sistema norteamericano de investigación asociado a la Universidad. La de Alabama es estatal, pero de pública casi tiene sólo el nombre porque el 80% de su presupuesto tiene procedencia privada: donaciones, matrículas, negocios de la propia Universidad...

Alberto Pérez, 32 años, natural de Cangas de Onís y licenciado en Geológicas en Oviedo, será evaluado por sus investigaciones, por la calidad de su docencia (incluyendo la «nota» que le pondrán los alumnos) y por lo que en los Estados Unidos se denominan servicios al departamento, a la Universidad y a la sociedad, «algo así como actividades extraescolares, que en mi caso son ya muy variadas y que incluyen hasta clases de paleontología para aficionados».

El sueldo mensual de un profesor recién llegado a una Universidad estadounidense fluctúa entre 45.000 y 65.000 dólares brutos. «Aquí, la docencia en Ciencias se paga más que en Humanidades. Y dentro de las Ciencias, las ingenierías cotizan más aún». Doce pagas, sin extras, con unos impuestos sobre la nómina de aproximadamente un 28% para pagar, entre otras cosas, «un buen seguro médico».

Tras hacer el doctorado y el posdoctorado en Glasgow y en la Universidad de Oregón, Alberto mandó currículos especificando su línea de investigación. Entre las contestaciones recibidas estaba la del departamento de Geología de la Universidad de Alabama. «Aquí de lo que se trata es de negociar cuánto dinero quieres para investigación y para la compra de los equipos necesarios». Un investigador que empieza cobra, según el proyecto, entre cien mil y ciento noventa mil dólares por dos años. «Nadie te pone trabas, nadie te pregunta en qué los gastas, pero al final tienes que presentar resultados. El departamento recibe de la Universidad dinero para pagar la docencia y los gastos corrientes. Todos los demás fondos llegan si sus profesores los generan», señala el investigador asturiano, que valora «el colchón y las herramientas que te da un sistema infinitamente más flexible que el español». Tanto, que llegó a Alabama un lunes y dos días más tarde tuvo su primera clase, «un examen que había preparado en la playa de Salinas».

Oviedo, E. G.

«Esto funciona casi como una cooperativa, los profesores hacemos de todo». Alberto Pérez se ha dado cuenta de ello en apenas siete meses de experiencia en Alabama. Lo cierto es que este trimestre tan sólo tiene dos horas de carga lectiva a la semana, que se compensa con «muchas horas de administración». El investigador asturiano está metido en no pocas «batallas», comités de estudiantes, comités de compra, tutorías doctorales... «Se valora el trabajo individual, pero también la integración en el equipo», dice Alberto Pérez Huerta, que pone un ejemplo: «Yo soy un recién llegado y sin embargo tengo las llaves de todos los laboratorios del departamento».

Un departamento más bien modesto, con 12 profesores, 3 trabajadores de secretaría y 3 técnicos. Están matriculados en Geología unos 900 estudiantes, en buena medida procedentes del propio Estado, uno de los menos ricos del país y con peores tasas de finalización de estudios de Secundaria.

Si Alberto Pérez logra la plaza fija de profesor-investigador (en Estados Unidos no se entiende un profesor universitario que no esté adscrito o coordinando un proyecto de investigación), pasará a ser profesor asociado. El tercer y último escalafón es el equivalente a catedrático en España. En este estado de «meritocracia», Pérez confiesa sentirse a gusto.

El asturiano ya tiene con él a un investigador trabajando en el proyecto. Proviene del Reino Unido, parte de su sueldo se lo paga la Universidad de origen y los costes de los análisis de laboratorio se pagan con la cantidad destinada a Pérez Huerta para sus investigaciones.