Director del Insituto de Magnetismo Aplicado

Gijón, M. CASTRO

Antonio Hernando Grande, uno de los científicos que participan en Gijón en el congreso Ismanam sobre nanotecnología y nuevos materiales, es catedrático de Magnetismo de la Materia en la Universidad Complutense de Madrid, académico numerario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y director del Instituto de Magnetismo Aplicado «Salvador Velayos» (IMA) desde su creación hace veinte años. Este instituto, que está vinculado a la Universidad Complutense y al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIF), cuyo principal patrocinador es Adif y que también ha hecho trabajos para Casa de la Moneda, Alcatel, Siemens, Asea, Atlas Copco, Alfa Laval, Volvo, Ave, Aena, Red Eléctrica de España, Urbis, Iberdrola, Aniel, Talgo, Dimetronic, además de los Hospitales Clínico de Madrid y Puerta de Hierro.

-¿Cómo ve la investigación que se hace en España?

-Bastante bien. Dio un salto hace 15 años y ahora con muy buenos investigadores. Lo que nos falta y nos ha faltado siempre es la conexión entre los resultados de la investigación y el mundo del mercado, el mundo de la economía real. Hay investigación, pero no sabemos aprovecharla.

-¿A qué cree que se debe?

-No lo sé, pero es obvio que hay que hacer algo. No hay constumbre. Los mismos investigadores muchas veces no colaboramos a facilitar esos canales de unión. Los empresarios tampoco están acostumbrados a creer que nosotros podemos hacer cosas que les interesen. El resultado es que ahora mismo en España hay grupos de investigación muy potentes, pero la investigación no es rentable.

-¿No es demasiado académica la investigación en España?

-Forzosamente, porque no hay otra salida. Nosotros estamos muy satisfechos por el esfuerzo con las empresas que hemos hecho en el IMA, pero eso debería de generalizarse. Es raro encontrar un sitio de España donde no haya algún grupo de investigación bueno. Pero luego a los científicos nos falta credibilidad en el mundo de la empresa. Aquí no hay ese ambiente de vinculación entre industria e investigadores que tienen otros países. La mejor investigación sobre magnetismo se hizo en la General Electric, en Estados Unidos en los años 40. Y no sólo porque la empresa tuviera un laboratorio, es que había ese ambiente de interacción. Nosotros tenemos que ir a ello. Los esfuezos que ha hecho el ministerio de Cristina Garmendia han ido en esa linea.

-¿Y los recortes de los que se quejan los investigadores?

-En un momento de crisis como éste, Obama puso más dinero para investigación y nadie protesta, porque los estadounidenses tienen experiencia y tradición de saber que la investigación les produce riqueza. Aquí ha habido recortes, porque no hay esa experiencia y es difícil justificar ante el ciudadano que se de dinero para una investigación si ésta no tiene repercusión en la economía.

-¿En qué proyectos trabaja actualmente el IMA?

-Por ejemplo, la magnetoencefalografía, que se trata de medir los campos magnéticos que producen las neuronas y ver cuál es la actividad cerebral. También estamos haciendo nanopartículas magnéticas de oro y platino, que queremos utilizar para aplicaciones médicas.

-¿Cuáles?

-Estas partículas se pueden inyectar en la sangre a un paciente y mediante campos magnéticos llevarlas hasta un tumor. Una vez allí, calentar esas partículas para que maten las células malas. Son las partículas que se utilizan como contraste cuando se hacen estudios de resonancia magnética nuclear.

-¿En qué punto están ahora?

-Estamos investigando cómo es el magnetismo de esas partículas. Todo esto está en un nivel inicial de laboratorio; no hay que pensar que va a funcionar mañana.

-¿Cree que será la solución al cáncer?

-La solución definitiva tendrá que venir de la biología profunda; de la genética. Mientras tanto, este método puede evitar los daños colatorales de las terapias agresivas.

-¿Qué más investigan?

-Desarrollamos un dispositivo que hace saltar una alarma cuando está a una cierta distancia de otro y que se está usando en Madrid para evitar que los maltratadores se acerquen a sus víctimas. También hacemos sensores para el tren de alta velocidad. Otra cosa que estamos haciendo ahora son medidas de campos electromagnéticos producidos por los rádares o por las antenas de telefonía.

-¿Son nocivas para la salud las antenas de telefonía y las lineas de alta tensión?

-Actualmente no se conoce que haya efectos perniciosos si se cumplen los niveles que marcan la OMS o la UE, lo cual no quiere decir que no los haya. Ninguna ciencia es dogmática. Si en el futuro se descubre que esos niveles son dañinos o que unos niveles superiores no lo son, habrá que modificar las normativas. La OMS ha colocado los campos magnéticos en el mismo rango que la cafeína; que son cosas que no se sabe que sean malas, pero no se descarta que lo sean. Lo importante son los valores; el agua y el sol son necesarios para la vida, pero en dosis muy altas matan. Lo mismo ocurre con los campos electromagnéticos.