Entre los artistas de Candamo y los contemporáneos que se inspiraron en ellos hay una distancia de decenas de miles de años, pero el arte lo puede todo. Viajar en el tiempo, también.

No hay nada más sugerente que los trazos de los maestros del Paleolítico. Los de Candamo, por ejemplo. Lo sabía bien y lo repetía con frecuencia el recordado Magín Berenguer, que aunaba su capacidad artística con su entusiasmado conocimiento de la realidad de los genios de las cuevas.

Una de ellas, la de Candamo, está este año de celebraciones. Hace un siglo que se descubrió, científicamente hablando. Dicen los expertos que Candamo está ahí de milagro porque pocas cuevas con pintura rupestre en el mundo fueron en su día más maltratadas que ésta de La Peña.

Blindada desde hace años su pervivencia, el 2014 gira en torno a la cueva y sus pinturas con diversas iniciativas que ayer llevaron a artistas e investigadores hasta el Museo Arqueológico, en Oviedo.

El viceconsejero de Cultura y Deporte, Alejandro Calvo, y el director general de Patrimonio, Adolfo Rodríguez Asensio, presentaron allí la exposición, comisariada por éste último, "El artista de Candamo", que reúne obras centradas en la interpretación o reproducción de las principales representaciones paleolíticas de la caverna de Candamo.

Están presentes obras de Francisco Benítez Mellado, Juan Cabré Aguiló, el ya referido Magín Berenguer, y Joaquín Vaquero Turcios, junto con una fotografía a gran tamaño del Muro de los Grabados realizada por Pedro Saura y un facsímil del camarín de la cueva obra de Joaquín Prieto Merediz. Entre las obras expuestas destaca, por su monumentalidad, una reproducción a escala natural del Muro de los Grabados de Candamo realizada por Magín Berenguer en los años cincuenta del siglo XX, con unas dimensiones de ocho metros de longitud y dos de alto. Ideal para conocer detalles de una cueva que no deja de sorprender y en la que incluso el pasado año se descubrieron nuevos trazos.