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Comidas y bebidas

Vidas paralelas: el escocés jerezano

Vidas paralelas: el escocés jerezano

El whisky escocés empezó a promocionarse fuera de Escocia desde el mismo momento en que los animosos highlanders del príncipe Carlos Estuardo caían en los campos de Culloden ante el ejercito inglés y languidamente se apagaba el sonido de las cornamusas. Allí se desmoronó por primera vez el sueño independentista de los escoceses y mientras Bonnie Prince Charlie, valiente y borrachín, digería a duras penas la gran derrota, vagando por las montañas, sus enemigos del sur se bebían las reservas y lo que no se bebían se lo llevaban de vuelta a casa. La filoxera permitió después que muchos caballeros británicos y franceses eligiesen el whisky como consecuencia del encarecimiento del brandy.

En cierto modo uno y otro, whisky y brandy, han tenido vidas paralelas que ahora convergen con el lanzamiento de Nomad, un blended jerezano, por parte de González Byass, la bodega, a su vez, que acaba de ser incluida entre las cien mejores del mundo en el ranking que elabora "Wine&Spirits Magazine" y del que forman parte las casas con los vinos que han obtenido las mejores calificaciones de los críticos de esta publicación.

Nomad es un mezcla elaborado a partir de treinta variedades de whiskies de malta y de grano de la región de Speyside, en las Highlands. Estos whiskies, con un envejecimiento medio de entre 5 y 8 años, maduraron juntos en botas de oloroso los últimos 3 años. Luego, el blend resultante ha viajado a Jerez donde es afinado durante un mínimo de doce meses en botas envinadas con Pedro Ximénez, en las bodegas de González Byass.

De tan especial que resulta se trata de una rareza. Me gustaría saber qué piensan de él en Escocia. El largo final de frutos secos pasificados confiere a Nomad un carácter distinto, de brandy, que no es fácil de olvidar.

Platos inhóspitos. Del mismo modo que se solía decir es Inglaterra cuando a uno le servían la sopa fría y la cerveza caliente, a España podría distinguirla la terca resistencia de sus restaurantes a calentar los platos para servir un tipo de comida que requiere cierta temperatura. El otro día en un establecimiento ovetense reconvertido en asador, cuyo nombre no mencionaré, la carne prodecente de la parrilla perdía gran parte de su interés al servirse en platos fríos. Ni es el único lugar ni la primera vez quego la oportunidad de comprobarlo.

Perdido el calor, el asado es poco menos que incomestible. Para evitarlo debe servirse en platos convenientemente calentados. Lo contrario guarda tan poco sentido como la ridícula costumbre de ofrecer el chuletón chisporroteando grasa para que los comensales juegen a aparrillarlo mientras se ponen perdidos. Solución: la carne se sirve ya lista para comer a la temperatura adecuada en un plato previamente calentado. Y así cualquier otro tipo de preparación que no sea fría.

Malditos maridajes. El sumiller de un restaurante que prefiere no ser citado por su nombre explica en Tapas, la estupensda publicación de Spainmedia, que el asunto de las comidas maridadas se le ha ido de las manos a los restaurantes. Estoy de acuerdo, por lo general los maridajes (a su vez definición absurda) propuestos en los menús de degustación suelen ser caros y, además, inadecuados porque habitualmente beber más de tres vinos distintos en cada comida supone un exceso y, parte, una confusión. Si hablo de un tercero, como es natural, me refiero al del postre. En muchos de los maridajes que se ofrecen la víctima propiciatoria se ve oblifada a beber cinco o seis copas de distintos vinos sin que ello pueda o deba justificarse. El sumiller consultado por Tapas dice, también, que el precio del maridado en el menú no debería superar lo que cuesta una botella para dos. Sin embargo, casi siempre sucede lo contrario. El cava o el champán sirven para conducirse con normalidad a través de los menús largos y copiosos sin necesidad de cambiar de vino.

Veinticinco añadas. Bodegas Izadi, de Villabuena de Álava, ha presentado una nueva imagen coincidiendo con el lanzamiento al mercado de la cosecha número 25 de su crianza. Izadi 2012, como ha sucedido con otros hermanos que le precedieron, mantiene el carácter que domina la tradición en la Rioja alavesa. Plena concentración frutal, buena estructura y una presencia elegante en boca. En la bodega destacan que se trata de una de las grandes añadas de este vino que ha acabado por convertirse en un clásico. El precio de salida de 9 euros resulta poco menos que imbatible y la flamante etiqueta acorde con la finura del contenido.

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