Aunque la hipótesis menos probable es la presencia de megaestructuras alienígenas, las caídas irregulares y de hasta el 20% en el brillo de la estrella KIC 8462852 no dejan de intrigar a los astrónomos. La mejor explicación es que sean cometas los que ocultan a su paso la luminosidad de la estrella. "Nunca mencionamos a los extraterrestres, ni tampoco se nos pasó esa idea por la cabeza", confiesa a Sinc una de las autoras de la investigación.

En septiembre de 2015, como parte del proyecto Planet Hunters o cazadores de planetas, un equipo internacional de astrónomos publicó las insólitas fluctuaciones en la luz de la estrella KIC 8462852, situada en la constelación de El Cisne a unos 1.500 años luz de la Tierra.

Las observaciones se hicieron con el telescopio espacial Kepler, que hasta 2013 buscó exoplanetas midiendo los cambios en el brillo de multitud de estrellas, aunque en ninguna detectó el extraño fenómeno de KIC 8462852: caídas irregulares en su brillo, de hasta el 20%, y que podían durar entre 5 y 80 días.

Una familia de cometas podría explicar las caídas en la curva de luz, aunque hay que investigarlo en otras longitudes de onda.

Lo habitual cuando pasa un planeta delante de una estrella es que disminuya su curva de luminosidad, pero muy poco y de forma regular, así que los científicos tuvieron que buscar otras explicaciones y realizar observaciones con otros instrumentos.

"Kepler solo puede hacer fotometría, por lo que si queremos conocer con más detalle las propiedades de una estrella -su temperatura, edad, si presenta material alrededor o tiene una compañera, por ejemplo- necesitamos observaciones espectroscópicas, y en nuestro caso utilizamos el espectrógrafo FIES del Telescopio Óptico Nórdico (NOT) en el Observatorio del Roque de los Muchachos, en La Palma", explica a Sinc Heidi Korhonen, profesora de la Universidad de Turku (Finlandia) y coautora del trabajo.

Una vez descartados los errores en los datos, los espectros lumínicos de NOT han ayudado a los científicos a interpretar los datos de Kepler y plantear posibles hipótesis sobre las inusuales caídas del brillo.

"En el artículo discutimos distintas posibilidades, como una variabilidad intrínseca por las emisiones de la estrella, posible contaminación desde una enana roja, ocultación por polvo ´circumestelar´ o material como el que rodea las estrellas jóvenes, pero esta no lo es; pero ningún escenario se ajustaba a nuestras observaciones", señala Korhonen.

En el paper solo se asegura que algo está, a veces, bloqueando parte de la luz de la estrella, aunque se ofrecen algunas limitaciones sobre el tamaño y la distancia del misterioso o misteriosos objetos.

Sin mención a los extraterrestres

"La explicación que nos parece más ajustada a las observaciones es que se trate de una familia de cometas, quizá influenciados por la gravedad de una pequeña estrella vecina", apunta la profesora, quien aclara que en su artículo "nunca mencionamos a los extraterrestres, ni tampoco se nos pasó esa idea por la cabeza a la hora de redactarlo".

"La idea de las esferas de Dyson es muy intrigante, pero no quiero mezclar la ciencia con la ciencia ficción", dice una investigadora

Este comentario se refiere a todo el revuelo mediático que en los últimos días ha rodeado a este estudio, tras las declaraciones a la revista The Atlantic del investigador Jason Wright, de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE UU), quien plantea la remota posibilidad de que sea un enjambre de megaestructuras fabricadas por una civilización alienígena la que oculte de vez en cuando el brillo de KIC 8462852.

"Como también ha dicho el propio Wright, hay que recurrir a esa idea de los alienígenas solo como la última hipótesis, pero mientras tengamos una explicación natural plausible, creo que no hay ninguna razón para invocar a los extraterretres", señala Korhonen, que bromea: "Incluso como fan de la ciencia ficción, la idea de las esferas de Dyson es muy intrigante, pero todavía no quiero mezclar la ciencia con la ciencia ficción".

Una esfera de Dyson es una megaestructura hipotética, compuesta por mutitud de componentes en formación esférica, que propuso el físico Freeman Dyson en 1960, aunque ya había planteado algo similar en 1937 el escritor Olaf Stapledon en su obra Hacedor de estrellas. Con una esfera gigantesca de este tipo una civilización avanzada podría provechar al máximo la energía lumínica y térmica de su estrella.

Pero volviendo a la ciencia real, lo que van a hacer ahora los investigadores es seguir estudiando la estrella para observar si los misteriosos descensos en su brillo se detectan de nuevo. "Queremos monitorizar la estrella para ver si las caídas en su curva de luz se comportan de forma diferente en otras longitudes de onda, y obtener espectros durante esas caídas, para comprobar si son distintos a los normales", dice Korhonen, que concluye: "Creo que la obtención de estos espectros durante las 'inmersiones' van a ser importantes para resolver el misterio".