El papa Francisco lamentó ayer la caída de las vocaciones, con monasterios "donde quedan sólo cuatro o cinco monjas viejecillas", pero pidió que no se busquen a toda costa como con una especie de "inseminación artificial".

Así se dirigió Francisco a los cerca de 5.000 religiosos y religiosas procedentes de todo el mundo que están en Roma para celebrar el Año de la Vida Consagrada y que acudieron ayer a una audiencia con el Santo Padre en el aula Pablo VI del Vaticano. Francisco había preparado un discurso pero decidió no leerlo porque "era demasiado aburrido" y prefirió hablarles "con el corazón".

"A mí me duele mucho cuando veo la falta de vocaciones, cuando en las comunidades religiosas hay un sólo novicio o una novicia o cuando en los grandes monasterios (...) como los que hay en España "donde quedan sólo cuatro o cinco monjas viejecillas", dijo el Papa.

Y preguntó: "Pero Señor, ¿Qué pasa?. ¿Por qué el vientre de la vida consagrada es tan estéril?".

Ante ello, advirtió que en algunas congregaciones "hacen el experimento de la inseminación artificial e invitan a todo el mundo, pero se debe recibir con seriedad y separar lo que es y no es una verdadera vocación".

A los religiosos Francisco también les pidió una "obediencia fuerte", pero no "militar" sino de "donación" y les instó a que a veces, aunque no les guste, lo que tienen que hacer es "tragar" e hizo un gesto con la boca y las manos que arrancó las risas de los presentes. Otro de los consejos del pontífice fue el de que estén cerca de la gente y compartan "sus alegrías y sus dolores".