Esto de analizar galas de los "Oscar" (o de los "Goya", "Grammy" o lo que fuere) es un asunto con retardo. Televisiones y radios no lo tenían claro en directo; los digitales, tampoco. Así que se pulsaron, antes de mojarse, las redes sociales, y luego, una vez hay cierta uniformidad, se empieza con ello.

Sí hubo un punto de encuentro al decir que Chris Rock, el presentador de los "Oscar", dio cierta caña en el primer monólogo a cuento del boicot por la falta de afroamericanos en las candidaturas. Antes, en la alfombra roja, Whoopi Goldberg, con un tatuaje que se le escapaba por la clavícula, se había enredado con unas declaraciones a vuela "micrófono de alfombra" que no se entendieron muy bien. Vino a decir que también habían boicoteado "El color púrpura" y que, más o menos, no se trataba de acudir o no a la ceremonia. Chris Rock fue totalmente directo con el mismo asunto cuando dijo que muchos le decían que no fuera a presentar la gala, pero se preguntaba por qué todos los que se lo decían estaban sin trabajo. Hizo un chiste práctico: le había dado vueltas, comprendió que la gala de "los premios elegidos por personas blancas" se iba a hacer igual estuviera él o no. Tampoco quería que le quitaran el trabajo. Alabó a sus colegas. Dijo que Will Smith se merecía estar porque lo hacía muy bien en "La verdad duele", pero ironizó de inmediato: también le pagaron 20 millones por "Wild Wild West". Con esos dardos de denuncia, pero siempre con "salsa cachonda", transcurrió su show, incluso ayudó a vender galletas a sus niñas entre público tan pudiente.

Momento interesante el de Lady Gaga, que fue presentada por el vicepresidente, Joe Biden: "Hay que cambiar para que quienes sufren abusos se pregunten por qué. No es su culpa", dijo el político. Acto seguido apareció Lady Gaga con una pieza sobre el dramático tema expuesto por el vicepresidente y que aparece en "The Hunting Ground". Lady Gaga ya está en otro escalón, el de las diosas y dioses del pop. Emocionó con la balada, que interpretó vestida de blanco, desde un piano blanco y hasta con un micrófono blanco, o eso parecía. Al final algunas de las que sufrieron la violencia sexual se pusieron a su lado. Lo que hace Gaga ya empiezan a ser obras maestras, sea el homenaje a Bowie, sea a "Sonrisas y lágrimas", sea el escalofrío que provocó el domingo con su interpretación.

Sam Smith se llevó, para sorpresa de casi todos, el "Oscar" a la mejor canción por la "pieza Bond" "Writing's on the Wall", del último filme de la serie, "Spectre". Canción firmada también por Jimmy Napes. Una pieza menor en la historia de la saga si se observa a Shirley Basse o, sin ir muy atrás en el tiempo, a Adele el año pasado.

La justicia a Ennio Morricone vino desde su campo favorito, el western, con la banda sonora de "Los odiosos ocho". Se reconoció al maestro a los 87 años. La entrega tuvo un detallazo. A su lado estaban Pharrell Williams y Quincy Jones, el cerebro de asuntos tan enormes en la historia del pop como "Thriller", de Michael Jackson.

Bien, todo eso en una velada de protesta afroamericana, llena de colores blancos y muy musical: hasta Amy Winehouse estaba en espíritu con el documental "Amy". Por cierto, Amy Winehouse hubiera sido una buena "voz Bond".

Y, músicas aparte, no hay como ellos, los de las galas de los "Oscar", haciendo montajes de vídeos. Los de sonido y efectos fueron espectaculares, así como los distintos números en escena, caso de las escenificaciones en torno a "Toy Story", los droides de "Star Wars" o los "Minions". Es decir, los "adornos" de una gala muy lograda y con detalles para todos.