El Papa Francisco volvió ayer a sacudir las conciencias en el día de Navidad, al repasar las guerras que afligen el mundo y los actos de terrorismo que han causado muertes y miedo en el corazón de las ciudades. Asomado al balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro, donde se presentó al mundo como Papa el 13 de marzo de 2013, para impartir la tradicional bendición "urbi et orbi" de Navidad, Francisco fue invocando la paz ante todas las guerras y males del mundo.

Ya es una tradición que Francisco dedique su mensaje de Navidad a repasar las guerras y tensiones que provocan sufrimiento. El Pontífice argentino explicó que los ángeles anunciaron "paz en la tierra" con el nacimiento de Jesús y agregó que este anuncio quiere llegar hoy "a todos los pueblos, especialmente los golpeados por la guerra y por conflictos violentos, y que sienten fuertemente el deseo de la paz".

Comenzó invocando la paz para "la martirizada Siria, donde demasiada sangre ha sido derramada" y "sobre todo en la ciudad de Alepo, escenario, en las últimas semanas, de una de las batallas más atroces". Allí, en Alepo, la misa de Navidad volvió a la histórica iglesia maronita de San Elías, en el casco antiguo de la ciudad siria, que había permanecido más de cuatro años clausurada, debido a la guerra civil que asuela el país.

"Es muy urgente que se garanticen asistencia y consuelo a la extenuada población civil, respetando el Derecho Humanitario. Es hora de que las armas callen definitivamente y la comunidad internacional se comprometa activamente para que se logre una solución negociable y se restablezca la convivencia civil en el país", exhortó.

A los israelíes y a los palestinos les pidió que "tengan la valentía y la determinación de escribir una nueva página de la Historia, en la que el odio y la venganza cedan el lugar a la voluntad de construir conjuntamente un futuro de recíproca comprensión y armonía". Deseó "unidad y concordia" para Irak, Libia y Yemen, "donde las poblaciones sufren la guerra y brutales acciones terroristas" y también en Birmania (Myanmar) y que se alivien las tensiones en la península coreana. Con tono apesadumbrado, Francisco recordó también la situación en Nigeria, "donde el terrorismo fundamentalista explota también a los niños para perpetrar el horror y la muerte". Pidió la paz en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo y también en Ucrania oriental, "donde es urgente una voluntad común para llevar alivio a la población y poner en práctica los compromisos asumidos".

El Pontífice recordó, asimismo, el momento que vive Colombia tras la firma de los acuerdos del paz, al pedir "concordia para el querido pueblo colombiano, que desea cumplir un nuevo y valiente camino de diálogo y de reconciliación".

Agregó que "dicha valentía anime también a la amada Venezuela para dar los pasos necesarios con vistas a poner fin a las tensiones actuales y a edificar conjuntamente un futuro de esperanza para la población entera".

"Paz a los que han perdido a un ser querido debido a viles actos de terrorismo que han sembrado miedo y muerte en el corazón de tantos países y ciudades", invocó. E instó a una paz "no de palabra, sino eficaz y concreta" para todos "nuestros hermanos y hermanas que están abandonados y excluidos, a los que sufren hambre y los que son víctimas de violencia".

También tuvo un recuerdo en su mensaje de Navidad para los "desplazados, los emigrantes y refugiados, y los que hoy son objeto de la trata de personas" y lamentó que muchos pueblos "sufren por las ambiciones económicas de unos pocos y la avaricia voraz del dios dinero que lleva a la esclavitud".

Deseó también la paz para aquellos "marcados por el malestar social y económico, y a los que sufren las consecuencias de los terremotos u otras catástrofes naturales". Un mensaje especial fue para los niños, "sobre todo a los privados de la alegría de la infancia a causa del hambre, de las guerras y del egoísmo de los adultos". En la homilía de la noche anterior de la misa del gallo había hablado del "sabor triste de la Navidad", con niños bajo los bombardeos o que viajan en las barcazas para encontrar una vida mejor.

La liturgia de ayer acabó con la bendición "urbi et orbi" (a la ciudad y al mundo) con la que el Papa pidió una Navidad llena de "solidaridad".

Las Navidades son fiestas que desbordan gestos de solidaridad. El del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, fue servir la cena de Nochebuena en la Cocina Económica. Algo parecido hizo uno de sus predecesores, el ahora cardenal Carlos Osoro, que participó junto al asturiano Padre Ángel y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en la cena de Mensajeros de la Paz.