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Hablemos en serie

"Iron Fist", mejor de lo que dicen por ahí

Masacrada por las comparaciones con "Daredevil" y un flojo arranque, la serie de Netflix mejora tras el sexto episodio... y es muy divertida

Una de las numerosas peleas de "Iron Fist".

Confieso que tras haber leído algunas críticas de gente bastante fiable que ponía a caer de un burro a Iron Fist me lo pensé tres veces antes de darle una oportunidad. A la cuarta decidí lo que siempre aconsejo en estos casos: no hay mejor forma de saber si el agua del mar está fría que meter un pie y no hacer caso a lo que digan los demás. Para gustos, calores. El primer capítulo me pareció pésimo. Pero entretenido. Quizás a su pesar, con ese reaparecido que pasea por las calles descalzo con vestimentas andrajosas y mirada solemne, capaz, eso sí, de tumbar a quien se ponga por delante y por detrás. Mística oriental, patadas filosóficas. Y una pareja de hermanos con toda la pinta de ser unos bichos. El actor principal es malo de narices y la cosa se parece por momentos a Arrow, serie de la que me largué al final de la primera temporada.

Veamos si empeora, me dije para animarme a ver el siguiente capítulo. Y sí, empeora. Pero me divirtió. Y el tercero y cuarto y quinto no mejoraron demasiado, pero tampoco empeoraron más. Y eso es importante porque no es agradable entretenerse con algo que, en el fondo, desprecias. Pero el capítulo seis ya empezó a animarse sin cometer tantos errores y en el séptimo la función empezó a carburar. Sí, seguía habiendo sobredosis de filosofía barata ("el ojo por ojo deja ciegos a todos"), la coreografía de las peleas dejaba mucho que desear, el romance con la profesora de artes marciales era rutinario y el protagonista seguía siendo insulso, pero, de pronto, un súbito arranque de violencia enloquecida despertó a la bestia. Y los guiones comenzaron a coquetear con el desmadre presentando nuevos personajes de malvada intensidad y dando unos giros bruscos a otros. La evolución de la pareja de hermanos eclipsó todo lo demás, introduciendo un curioso brote de suspense en las altas finanzas mientras uno de ellos cogía carrerilla como villano atormentado y tortuoso. "La primera responsabilidad de un padre es brindar a sus hijos una hermosa mentira donde puedan vivir".

Empiezan entonces unos cruces a menudo delirantes entre enfrentamientos paterno-filiales, buenos que no lo son tanto y malos que quizá dejen de serlo, vuelcos inesperados (la despampanante reaparición en plan zombi de cierto personaje escondido), peleas con decenas de enemigos, revelaciones abrasadoras e intercambio de roles que culminarán en una pelea bajo la lluvia que deja las espadas en todo lo alto.

Y Iron Fist termina siendo una serie muy irregular que tarda horrores en arrancar y que presenta fallos importantes a todos los niveles pero que, pienso luego insisto, es muy entretenida, a ratos imprevisible y en algunos momentos brillante. No es casualidad que sea un éxito de público. Lo dicho: antes de meterte en el agua no preguntes a los que salen. Métete y decides tú.

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