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ROBERTO GONZÁLEZ-QUEVEDO | Antropólogo y filólogo, secretario de la Academia de la Llingua, no se presenta a la reelección

"Ya nadie ve mal que se hable asturiano, pero vuelve la vieja tesis de que es inútil"

"Los planes para revitalizar el campo se han olvidado de su llingua"

Roberto González-Quevedo, en LA NUEVA ESPAÑA. MIKI LÓPEZ

El filósofo, antropólogo y lingüista Roberto González-Quevedo González (Palacios del Sil, León, 1953) ha decidido no presentarse a la reelección como secretario de la Academia de la Llingua Asturiana, después de tres décadas en el cargo. Seguirá como miembro de número.

- ¿Por qué lo deja?

-No hay un motivo concreto, pero llevo un tiempo pensando que ya son muchos años. Conviene cambiar, y centrarme más en mi pasión: la cultura asturiana y especialmente la de zona occidental, entre el Nalón y el Navia, que está abandonada y es muy rica.

- ¿No hay crítica a la institución?

-Tengo un agradecimiento enorme con la Academia. Tengo discrepancias con algunos miembros desde que entré, cuando planteé que mi objetivo fundamental era el asturiano occidental. Creo que tiene que tener más presencia. Sin, por supuesto, poner en duda la necesidad de la estandarización del asturiano. Yo siempre fui crítico con aquella postura de los llamados "sensatos y pensantes" que se arrogaban la defensa de los bables contra la oficialidad. Nosotros estamos a favor de la oficialidad, a favor de la lengua estándar, pero también de conservar la personalidad de las distintas zonas de Asturias. Esto no cambió en absoluto. Yo igual escribo en bable occidental que en la lengua estandarizada.

- ¿Por qué el asturiano se ha convertido en un conflicto político?

-Esto es un tema que habría que ver muy despacio. Primero, hay que tener en cuenta de que para que una lengua se empiece a normalizar es un proceso largo y complicado, no viene de hoy para mañana. Cuando cae el franquismo y llega la Constitución, otras lenguas de España ya tenían su pasado. En Asturias eso no era así. Aquí se pudo haber solucionado de una manera más dialogante, pero habría que ver las circunstancias política del país en general: la crisis de Asturias, el desconocimiento de los asturianos sobre qué hacer con la institución autonómica. Eso propició entonces que hubiera unas polémicas tremendas que perjudicaron al asturiano. Gracias a Dios, eso va superándose pero ahí queda el poso de aquellos enfrentamientos. Se llegaron a decir cosas como que los que pretendíamos la oficialidad del asturiano queríamos destruirlo. Una locura incomprensible.

- Han pasado treinta años...

-Ya se superó, a la gente más nueva le suenan a chino esas consignas contra el asturiano. Los que estábamos en la defensa de la llingua sufrimos una ofensiva muy fuerte y tuvimos que reaccionar.

- El turismo potencia lo autóctono. ¿También la llingua?

-Como no había un discurso político en Asturias sobre este tema hubo planes de revitalización local que prescindían absolutamente no solo de la llingua, también de la cultura. En ese enfoque para revitalizar el mundo campesino, que tiene consecuencias demográficas y sociológicas trascendentales, los técnicos de ciudad se olvidaron de las peculiaridades culturales y lingüísticas que ayudarían a asentar la población. Les ayudaría ayudaría a sentir su propio prestigio y a buscar alternativas viables. Faltó una visión global que incluyera lo cultural y lo lingüístico.

- ¿La defensa del asturiano se ha quedado en reivindicación de una lengua campesina o hubo "urbanización"?

-Es inevitable que tengamos que acudir al núcleo de la cultura, que siempre fue en todos los países el mundo campesino, el repositorio del pueblo. Pero en Asturias se tuvo claro que había que acabar con la diglosia a nivel literario. Los autores cogían léxico, y formas de expresión de la cultura asturiana y sabía que eso había que ponerlo en otra dimensión distinta, la de la nueva sociedad. Creo que en eso hubo bastante éxito. Hoy se hace una literatura en asturiano de actualidad y sabemos que tenemos un cordón umbilical con un gran tesoro, un patrimonio etnográfico y llingüístico enorme. Dudo que haya otras zonas de Europa que tengan esa riqueza de la que podemos alimentarnos.

- ¿Qué nos aporta seguir hablando asturiano?

-Una lengua es la casa donde vive el ser. Entonces, aunque hablemos de temas universales, desde tu propia lengua siempre estás más cómodo, siempre captas mejor los matices y te permite descubrir nuevos aspectos de la realidad. La lengua tiene una capacidad muy fuerte de identidad porque une la experiencia personal íntima con las de los que te rodean.

- El asturiano es una optativa escolar. ¿Merece la pena elegirla?

-Lo que no se puede hacer, y la Academia siempre lo rechazó, fue ofrecer el asturiano como alternativa a otras lenguas. Eso es suicida. Muchas veces, además, los alumnos más brillantes son los que eligen asturiano, pero el propio centro presiona para que cursen otras asignaturas. Yo tengo mucha experiencia, como enseñante y fuera de la enseñanza, de gente que al acercarse a su lengua maneja después mejor el español. Se dan cuenta de que son dos códigos distintos. Todo lo que sea que el niño en la escuela vaya adentrándose en la lingüística en asturiano le va permitir expresarse también mejor en castellano.

- ¿Qué ha hecho mal el movimiento asturianista?

-Quizá a veces no contamos suficientemente con la gente. No tuvimos en cuenta los distintos intereses que había a nivel territorial. Después a veces nos dejamos llevar por polémicas planteadas por los que estaban en contra de la estandarización y entramos en una dinámica de responder a todo. Como el tema era muy duro caímos en polémicas políticas que habría sido conveniente evitar. Pero el margen de maniobra no era mucho. Todos éramos conscientes de eso y caímos.

- ¿Qué apego tiene la generación de los millenials al asturiano?

-Hay de todo. El apego al asturiano es muy difícil de desarraigar.

- ¿El asturiano es una lengua oprimida?

-"Oprimida" es una palabra antigua, deberíamos de matizarla. Es una lengua marginada, maltratada, que no goza de los mismos derechos que otras lenguas. Podríamos decir que los hablantes de asturiano están marginados. Se vive una situación de injusticia.

- ¿Se sigue pensando que hablar asturiano es de paletos?

-Si hubiera hecho la pregunta hace cuatro o cinco años le diría que no. Fue surgiendo una sensibilidad distinta. Incluso aquel que habla asturiano demuestra tener más cultura, es capaz de hablar en español y en asturiano. De todas maneras, últimamente observo que hay ciertos sectores que vuelven a engancharse a aquello. La gente ya no ve mal que se hable asturiano, pero vuelve el paradigma antiguo de que es algo inútil.

- Cuál es el gran obstáculo que impide la oficialidad de la llingua. ¿Dónde está el problema?

-Yo siempre vi como algo natural que el problema no existiese. Significa un cambio social importante, y eso siempre provoca una reticencia. Sobre todo cuando la clase política de la Transición no tenía eso previsto. Creo que en Asturias también fue importante la crisis económica. En el sentido de que había problemas muy acuciantes. Tuvo un cierto éxito ese argumento, que considero una falacia: que más vale dedicar les perres a otras cosas. Y después hay un tema delicado. Había que verlo. Yo creo que las tensiones nacionalistas en España influyeron. Sirvieron para que mucha gente asimilase la reivindicación el asturiano con los problemas que estaban generando los nacionalistas en otros sitios y que aquí se interpretaban negativamente.

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