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ÁLVARO RUIZ DE LA PEÑA | Profesor honorífico de la Universidad de Oviedo

"Soy un pesimista alegre con un gen familiar divertido por el que me he reído mucho toda la vida"

"Que el Gobierno no cumpla la ley de Memoria Histórica y presuma de ello es una aberración jurídica y moral"

Álvaro Ruiz de la Peña, en Oviedo. LUISMA MURIAS

Álvaro Ruiz de la Peña Solar (Oviedo, 1945) es doctor en Filología Románica, profesor honorífico de Literatura Española de la Universidad de Oviedo y un estupendo columnista. Hasta su jubilación, hace un año, dirigió el Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII. Está casado desde 1972, tiene tres hijos y dos nietos.

-No entiendo a la gente que se deprime con la jubilación. Estoy muy bien, lleno de planes que no pude hacer durante cuarenta y pico años de investigación universitaria y académica.

- ¿Por ejemplo?

-Corrijo las últimas pruebas de un libro sobre la conmoción que supuso la llegada del grupo Carso, de los Slim, a Oviedo. Toca aspectos de la realidad social y económica poco habituales en el fútbol. Se trata de ver cómo crujen las vértebras de una estructura deportiva cuando llega una persona que salva el club.

- ¿Qué pensó entonces?

-Me pareció bien. Y después de la investigación no veo ningún elemento perverso, ni segunda intención económica.

- ¿Y que al Oviedo lo rescate uno de fuera?

-La gente de Oviedo no respondió. En 2003, con el Oviedo desahuciado y el Ayuntamiento de Gabino de Lorenzo con la peregrina idea de crear otro equipo a partir del Astur, no hubo empresarios que se movieran. Cuando Tony Fidalgo hizo la operación mil por mil -que mil notables pusieran mil euros- no tuvo eco.

- Fútbol actual.

-Estoy saturado. Sigo algo la Champions, al Barcelona y al Madrid. Hay demasiados intereses enfrentados. Ya no es once contra once, el Arenas de Getxo contra el Real Unión de Irún, sino los cataríes contra los chinos, estados contra estados. En tal entramado, con poco de juego y mucho de ingeniería financiera, uno pierde la ilusión y el interés por el juego.

- ¿Y el componente local?

-Es un amasijo de emociones no siempre nobles que se resuelven en una actitud agresiva -los malos son los otros, hay que aniquilarlos- o en apatía: "No tenemos nada que hacer". Vi un partido entre el Urraca de Posada y el Cánicas de Cangas de Onís y estaban enfervorizados pero sin agresividad, con humor y sidra.

- ¿Sigue los incendios futboleros de las redes sociales?

-Soy hijo del papel, y la prensa deportiva es la que mejor me informa, aunque ya no es el "Marca" de Antonio Valencia, Jesús Badillo, Pedro Escartín o Chuchi Fragoso del Toro. El nivel de Pedrerol con Roncero y otros voceras enturbia el mundo del fútbol. Los únicos que, a veces, saben a qué estamos jugando son los futbolistas y los entrenadores con su sensatez y su valoración al contrario.

- ¿Qué hace como profesor honorífico de la Universidad?

-Culminar las obras completas de Jovellanos, de las que saqué siete volúmenes de nueve. No acabaré por falta de una financiación que permita dar garantías económicas a la gente que ha de trabajar en ello.

- ¿Qué más hará este año?

-Encontrar destino a mis 8.000 libros de literatura, historia y crítica literaria que no quieren ni la biblioteca de la Universidad, ni la del Fontán, ni la del RIDEA por -dicen- falta de sitio. En la Facultad de Mieres debe haber espacios para un depósito en condiciones.

- ¿Y si no?

-Los ofreceré a cualquier Casa municipal de Cultura que vaya a buscarlos a mi casa con una furgoneta. No van a acabar en el Fontán en un puesto que vende muy caro. Me quedaré con los dedicados y con los de la Guerra Civil.

- Más planes de revancha del jubilado.

-Retomaré una autobiografía que empecé hace diez años.

- ¿Le ayudó a sacar conclusiones acerca de usted?

-Me consuela pensar que soy contradictorio como todos los que tienen cierto grado de complejidad mental. Procuro embridar mis contradicciones, que no se note en el comedor el olor de la cocina. He hecho bien las cosas que me gustaba hacer. La chapuza me irrita. Fernando Fernán Gómez respondió a David Trueba que el pecado español no es la envidia sino el odio a la excelencia, que es el trabajo bien hecho. Hay que intentar mirar arriba, si salimos a perder, perdemos.

- ¿Cómo se lleva con usted?

-Bien. Soy un pesimista alegre con un gen familiar muy divertido. Me he reído muchísimo toda la vida y eso es muy bueno. No hay que dejar resquicio a odios, vendettas y rencores. Intento hacer agradable la vida a los que me rodean, que es lo que les pido. En esa comunión de los santos viviríamos mejor.

- ¿Teme que no le dé tiempo a hacer todo lo que quiere?

-Sí. He acabado el libro después de 7 meses y necesito empezar otro porque soy muy adictivo. Fui adicto a los nebulizadores durante 6 años por imitar a mi padre. Si me daban las tres de la mañana sin él tenía que ir a la farmacia. Tuve problemas nasales y cardiacos y lo dejé. Si me da por descansar me hago adicto al descanso.

- ¿Por qué le interesó tanto la Guerra Civil?

-No lo sé. En casa jamás se habló de la Guerra Civil, pero cuando tuve uso de razón -que no es a los 7 años- me di cuenta de que los mineros asturianos no podían haber bombardeado Guernica ni Cangas de Onís. Me sigue interesando una novela de la que ya conozco el final y vuelvo a leer todos los detalles de la batalla del Ebro, aunque sé que va a acabar mal y me llena de melancolía, que no es buen fármaco. Lamento no haber escuchado más historias de mi familia cuando les tenía que haber preguntado. Mi tío Manolo Solar, requeté, estuvo en la batalla del Ebro y me contó una guerra del frente de combate muy distinta a la de la retaguardia, que era la cloaca.

- ¿La memoria histórica la inspiran los crímenes de la retaguardia?

-Sí. Los que murieron disparando y por las ideas son caídos todos y no cabe distinguir a un falangista y a un comunista de 20 a 25 años. La memoria es nuestra asignatura pendiente y no se cerrará hasta que no nos pongamos manos a la obra. Somos el único caso de Europa de una ley que se incumple y el Gobierno presume de hacerlo, en una aberración jurídica y moral. He leído mucho sobre la represión. Lo último, "Xugos pa xuncir y fleches pa pinchar", de dos historiadores, que cuenta la represión en Cangas de Onís y Parres, con nombres y apellidos.

- ¿Desde cuándo es del Real Oviedo?

-En 1952 mi padre me llevó a Buenavista, con sus amigos de "Casa Modesta", desde la plaza de la Catedral en un bus de Autos Fermín con gente colgada de la jardinera. He sido socio siempre, salvo en la mili y los años de la Universidad. Dejé de ir hace tres años porque llegar al campo, en los horarios del fútbol de ahora, que acaba a las diez, es un paseo antipático por toda la ciudad, con escaleras de 120 peldaños o un largo rodeo por la Argañosa. Me hice cómodo, lo veo en casa y si me aburre apago.

Duerme 6 horas que refuerza con siestas de 30 minutos que sólo perdona por el ciclismo. "Las cosas serias hay que respetarlas. Estoy enganchado al boxeo".

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