Uno de los grandes atractivos de "Il trovatore" verdiano reside en la trascendencia que adquiere el papel de la gitana Azucena en esta ópera. Un personaje, lleno de odio y rencor, al que en el Teatro Campoamor de Oviedo (estreno, el 5 de octubre) dará vida la mezzo italiana Luciana D'Intino (1959). Es Azucena quien mueve todos los hilos de lo que acontece en "Il trovatore". La venganza y la maternidad negada son los dos pilares fundamentales que modelan, para D'Intino, el personaje de Azucena. Si en las otras dos óperas que junto a ésta constituyen la trilogía más popular del maestro Verdi -"Rigoletto" y "La traviata"- es la figura paterna quien interfiere en el transcurso de los acontecimientos, Azucena es la única madre que el compositor proyecta en sus obras dramáticas.

La relación de Luciana D'Intino con Azucena viene desde los comienzos de su carrera como artista, cuando debutó con 23 años con este papel en el concurso del Festival de Macerata (Italia), y aún se mantiene en la actualidad. No en vano, hace unas semanas inauguró la temporada 17/18 de la Ópera de Viena con este mismo personaje, compartiendo cartel con la soprano Anna Netrebko y el tenor Yusif Eyvazov, en sustitución de Marcelo Álvarez. El próximo día 5 de Octubre, aparecerá por primera vez en la Ópera de Oviedo como Azucena, si bien ella subraya que su debut en la ciudad fue mucho antes, para interpretar el Requiem de Verdi en el Auditorio.

Después del episodio en Macerata decidió "dejar reposar el papel en un cajón. La mía era entonces una voz muy joven para interpretarlo, y ¡hoy en Oviedo soy la más mayor de todo el elenco!", comenta D'Intino entre risas. Azucena ha sido uno de sus personajes más interpretados, pero no al nivel de Amneris en "Aida" o la Princesa de Éboli, en "Don Carlo", que la mezzo italiana reconoce haberlos llevado por todos los teatros de España. "Azucena no es un rol para una cantante joven, necesita madurez", asegura. Es éste el personaje más importante de toda la ópera. "Recuerdo que mis maestros de canto me decían que Azucena es para una mezzo lo que Rigoletto a un barítono", una de las cumbres del repertorio operístico.

Para D'Intino, la personalidad de Azucena, inmersa en una historia tan oscura, es una de sus principales dificultades pero al mismo tiempo uno de sus grandes atractivos. "Ella ha crecido con la visión horrible de su madre siendo quemada en la hoguera".

La tensión que exige un personaje como Azucena, atrapada entre alucinaciones y que clama venganza sea al precio que sea, es algo muy complicado de mantener en una representación, tal como detalla D'Intino. También vocalmente es un personaje complejo porque interviene muy asiduamente y exige a la mezzo "una tesitura muy amplia para la voz y un correcto dominio del fraseo, algo que es fundamental en la ópera de Verdi". La complejidad argumental de "Il trovatore" ha sido una de las grandes críticas que acompañaron a este título desde su estreno en 1853, pero para Luciana D'Intino la música de Verdi "es el verdadero soporte de la ópera y apela directamente a los sentimientos". La mezzo italiana describe al compositor de Busetto como un hombre tremendamente melancólico. "Nadie, ni siquiera Wagner que le respetaba y le envidiaba también, supo poner en música los sentimientos más intensos del alma humana del modo en que Verdi lo hizo, y no lo digo por ser italiana". En su opinión, nadie, a pesar de la grandeza de Rossini, la poesía de Bellini, la maestría de Donizetti o el genio de Puccini, han sabido escribir musicalmente las pasiones humanas.

D'Intino ve en el trabajo escénico de Joan Antón Rechi una síntesis del drama y una búsqueda del lado más oscuro de la historia. "El hace una lectura muy sintética, en el sentido más noble de la expresión. La obra que tenemos en mente mientras trabajamos es 'La casa de Bernarda Alba', y concretamente el personaje de Azucena es el que sirve de hilo conductor de la trama", explica.

Al margen de "Il trovatore", la actualidad operística es algo que preocupa, y mucho, a Luciana D'Intino. La tradición operística desaparece día a día. "La ópera se muere", dice. Apunta que la necesidad de hacer dinero prima por encima de todo, y añade que no es algo que se limite únicamente a los espectáculos operísticos, sino que se extiende a la totalidad del arte. "Lo sé, es algo muy triste, pero tengo fe en los jóvenes que vienen detrás. En sus manos está la posibilidad de comercializar el arte", añade en un tono apesadumbrado. Por desgracia, asegura, es muy difícil encontrar a gente joven que muestre verdadero interés en la ópera, siempre refiriéndose más al público que va a dar continuidad a la ópera. Para D'Intino el arte debería ser algo necesario para la vida, "algo así como el aire que respiramos, cada uno precisa más o menos, pero es algo imprescindible", mientras reconoce que es un pensamiento que está muy alejado de la realidad de hoy.

Luciana D'Intino compagina actualmente su carrera de cantante con su faceta como profesora en la Academia del Teatro alla Scala en Milán, en la que ya lleva dos años comprometida con la formación musical de los jóvenes cantantes. "Enseñar es algo que me llena mucho, ¡es mi nueva profesión! Especialmente porque, a pesar de lo dicho antes, sí hay algunos jóvenes que tienen un enorme interés por mejorar su técnica vocal y convertirse en auténticos profesionales. Ellos deberán tomar el testigo, salir de esta encrucijada y asumir los retos que la ópera depara para el futuro", concluye esta cantante italiana.