La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

JAVIER CAMARENA | Tenor, actúa mañana en "Los Conciertos del Auditorio" de Oviedo

"Hoy en día, hay muchos que consideran la carrera y el canto como un negocio"

"El cantante debe mantener el control, es muy fácil dejarte cegar por la fama, los mánagers o la ambición de quien quiere tener a la nueva estrella"

Javier Camarena. MIKI LÓPEZ

Javier Camarena (Veracruz, 1976) es uno de los tenores líricos más reconocidos del repertorio belcantista. Se encuentra en Oviedo preparando su recital de mañana a las 8.00 horas dentro del ciclo "Los Conciertos del Auditorio". Junto a él estarán también la mezzosoprano mejicana Guadalupe Paz y la orquesta Oviedo Filarmonía, que dirigirá Iván López-Reynoso. El programa incluye arias y duos de Rossini, Bellini, Donizetti, Verdi y Massenet.

- ¿Claves de este recital?

-Hay arias que son parte fundamental de mi repertorio hasta hoy, pero también he querido incorporar otras que espero que, como mucho en unos cinco años, pueda defender sobre un escenario, como es el caso de "Werther" o Alfredo en "La traviata". A nivel personal, creo que el mayor reto viene por parte de "Le comte Ory", porque hace mucho mucho tiempo que no la canto, pero que podría darle un punto distinto al concierto, así que ¡a ver qué pasa! (risas).

-¿Cómo se produjo el paso a estar en primera fila?

-Yo ya tenía una carrera sólida. Había debutado en varios teatros de Alemania, en París y tenía algunos contratos que me traería próximamente a España también, así que se podría decir que mi carrera en Europa ya estaba consolidada. Después de mi debut en el Metropolitan en 2011 llegaron más ofertas para trabajar en esa casa, que es uno de los teatros con mayor proyección internacional para todo cantante. Me hacía gracia que la prensa hablase de mí como "el nuevo tenor" cuando ya llevaba unos cuantos años en el mundo operístico.

-Las casualidades aquí no existen.

-No, fue el resultado de un enorme esfuerzo, muchos años de trabajo constante y aprendizaje. Pero es verdad que desde aquel momento mi carrera se ha seguido con mucho más interés. Mi actitud desde entonces ha sido la de tomármelo con responsabilidad, nunca hay que dejar de trabajar. Las expectativas del público que conoce tu carrera son muy altas y hay que estar siempre a la altura, y si se puede, superarlas.

-¿Detrás de la brevedad de algunas carreras puede ser por esa falta de superación?

-Hay grandes diferencias entre el sistema de hacer ópera en la actualidad y cómo se hacía todo hace setenta u ochenta años. Por ejemplo, hoy día podemos encontrar a cantantes debutando en los teatros o ganando concursos con tan solo diecinueve años, cuando no hay una plena madurez ni física ni mental plena, y empezar a hacer una carrera tan dura como ésta es muy complicado en esas condiciones. Son muchos los que consideran la carrera y el canto como un negocio. Debe ser el propio cantante el que tenga el control en todo momento, sin dejar las decisiones importantes en manos de ninguna otra persona. Es muy fácil dejarte cegar por la fama, los mánagers o la ambición de muchos de poder contar con el nuevo, la nueva estrella, el último descubrimiento, sobre todo si ello lleva implícito un beneficio económico para quien le contrata.

-Usted ha tenido suerte.

-Sí, con diecinueve años comencé a estudiar la licenciatura de canto, que duró diez años. Además he tenido la fortuna de contar con gente que supo guiarme muy bien en los primeros años de mi carrera. En mi caso nunca hubo presión para que acelerar los procesos a la hora de incorporar nuevos títulos a mi repertorio o aceptara más funciones de las que realmente podía hacer.

-Es difícil encontrarle en una producción en la que la dirección no sea de su gusto...

-Debería haberme visto hace diez años, recién llegado a Alemania. El Teatro de Basilea buscaba un tenor para hacer el Duque de Lerma en "Don Carlo", un papel pequeño con dos frases y se va, así que yo dije que iba sin problema. La dirección escénica era de Calixto Bieito (risas), así que pasó de ser un rol que está quince segundos en el escenario a estar en escena de principio a fin, con un abrigo tipo Matrix, sus botas negras, unas alas enormes y un solideo en la cabeza. Era una especie de ángel que le pegaba una paliza a Carlo, pero luego le consolaba y se reía de él al mismo tiempo. En el cuarto acto había una hilera de personas desnudas a las que había que apuñalar en la nuca, todo muy excéntrico. Desconocía aquel mundo, pero a partir de ahí he ido creando una lista con quienes no trabajar. Hay algunos directores de escena que tienen la suficiente inteligencia como para mantener la concepción del libreto, aunque la adapten temporalmente y sin embargo hay otros que buscan nuevas lecturas en algo que ya está escrito y es como buscarle tres pies al gato. Llegados a este caso, lo mejor es que ese director se busque a un compositor que escriba sobre el tema que pretende tratar.

Compartir el artículo

stats