El nuevo disco del artista avilesino Lecter Bukosky se titula "A lo salvaje" y es exactamente eso: un sólo disco. Son tiempos difíciles para las propuestas que no cuentan con grandes presupuestos de promoción y resulta necesario estrujarse el cerebro para encontrar nuevas formas de dar a conocer los propios trabajos, estrategias de lanzamiento que destaquen entre el maremagnum en el que se mueve la música popular. Hace unos días Bukosky, alter ego de Valentín Cañibano, presentaba su nuevo álbum en una rueda de prensa que servía de punto de partida para el original lanzamiento. En un bonito cofre de madera sellado con una calavera de metal encerró, ante notario, la única copia fabricada del disco junto al master original y unos cuantos artículos que revisten la mitología del proceso: las letras manuscritas, algunas púas utilizadas en la grabación, amuletos varios, los discos anteriores, una camiseta, un billete y la biografía de Lecter Bukosky. Desde el día 2 de enero ese cofre es objeto de subasta en la plataforma http://bit.ly/lecterbukosky.
Lo novedoso de todo el asunto es que aquel que realice la puja más alta y se lo lleve a su casa se compromete a no hacerlo público durante los próximos 25 años mientras que el artista no tocará esas canciones en directo, al menos de manera completa, para respetar la exclusividad del afortunado. Bukosky permitió escuchar en exclusiva en dicha rueda de prensa algunas de las canciones que conforman el álbum, grabado en tan sólo doce horas en un casa-estudio en Pola de Siero bajo las órdenes técnicas de Xurde Moré que dieron como resultado treinta minutos de poesía-rock en los que el recitado del avilesino cabalga sobre las guitarras fronterizas y desérticas de el Chino el Indio, líder de la banda de blues-rock "Mota Blues" que acompaña al vate en su propuesta, dando como resultado un disco que viaja desde el rock hasta el noise, pasando incluso por la influencia de músicas mediterráneas y el blues salvaje, donde la voz y los versos de Lecter adquieren, de nuevo, el carácter épico del recitado desde las entrañas, apoyándose en improvisaciones que emanan frescura y autenticidad. Las percusiones, realizadas todas con elementos no musicales (botas camperas, cadenas, anillos), ayudan a atrapar al oyente, a "cabalgar la serpiente" de cascabel que delata a la protagonista del primer corte.
