La infancia siempre ha sido ese territorio mágico al que han regresado muchos escritores con mayor o menor acierto, con más o menos adornos, seguramente impuestos por la memoria. Manolo Arrontes, seguidor durante su niñez de los educadísimos personajes de "Los Cinco", se dio cuenta mientras veía un capítulo de la serie "Cuéntame", allá por el año 2.000, de que en las riñas que recibían los niños protagonistas faltaba un elemento fundamental: la zapatilla, ese objeto con el que tu madre te amenazaba, azotaba o que incluso te lanzaba. Faltaba, según su opinión, una dosis de realidad sobre el mundo infantil que encontró, por ejemplo, en la gamberra serie "South Park". Así que con esos mimbres, sumados a la infancia del autor en un pueblo de la costa de Cantabria, nació "La pandilla palomera", una saga de seis libros editados por iLUBUC, de los que lleva publicados tres títulos, que narra las aventuras de Pachi, Catania, Watussi, Toronto, Peseta y Minutos, seis inseparables amigos que funcionan "como un solo cuerpo" y que se verán inmersos en complicados casos que acabarán resolviendo a pesar del esfuerzo extra que les supone tener que pelear con la desconfianza de los adultos: "¿Por qué tiene que valer nuestra palabra menos que la de los mayores?", se pregunta uno de los protagonistas en la última aventura "La pandilla palomera y las barracas de feria", en la que tendrán que enfrentarse a una -muy actual y demasiado familiar- sucia trama de extorsión en la que se ven envueltos un concejal y un oscuro feriante. Parece que no ha cambiado nada, ni la codicia humana ni el imaginativo y despreocupado mundo de los niños, pero la acción se desarrolla en el año 1973 en un pueblo, como ironiza Arrontes, "que no existe, pero que estaba donde ahora está Santoña". Ya tenemos ganas de la próxima entrega. ¡Vamos, jarcia!