Responsable de dos escalofriantes entregas de Tropa de élite que le dieron prestigio como realizador capaz de aportar veracidad descarnada a realidades descorazonadoras, José Padilha cometió el error, tan habitual por otra parte, de dejarse atraer por los cantos de sirena de Hollywood y meterse en la misión imposible de sacar adelante una nueva versión de RoboCop, que no era un desastre pero a la que los jaleos del rodaje le sentaron como un tiro. Tras purgar penas con Narcos, ahora intenta recuperar brío con esta inocua y simple revisión de un hecho histórico, rodada con aséptica pulcritud, con un reparto irregular (Pike no siempre funciona) perdido en un guión soso y sin tensión.