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La Última Pista

Un escupitajo y el ADN de un calcetín esclarecieron los asesinatos del Oriente

Una investigación larga y compleja permitió cazar a Alexis Feliz, asesino de un vecino de Cangas de Onís y de un taxista de Arriondas en 2010

Un escupitajo y el ADN de un calcetín esclarecieron los asesinatos del Oriente

Una investigación puede depender en ocasiones de algo tan simple como un salivazo. Es lo que ocurrió en el caso de los crímenes del Oriente, los brutales asesinatos de Francisco Javier Viego, "Pancho", y el taxista Guillermo Amieva, ocurridos en Cangas de Onís y Collía (Parres), el 27 de febrero y el 19 de marzo de 2010. Dos crímenes inútiles, cometidos por un joven dominicano, Alexis Manuel Feliz, sin oficio ni beneficio, inmerso en el mundo de las drogas y que de la forma más absurda inició una sangrienta huida hacia adelante que le ha llevado a la cárcel por 48 años.

Para agarrarle, la Policía Judicial de la Guardia Civil de Gijón tuvo que hilar realmente fino. En la mañana del 27 de febrero de 2010 fue hallado el cadáver de Francisco Javier Viego, de 49 años, en el portal de su casa en Cangas de Onís, en medio de un charco de sangre. Inicialmente se pensó que había sido víctima de un accidente, pero los forenses comprobaron que su final había sido bastante más brutal. Presentaba 16 puñaladas, una de ellas incluso en el pabellón auricular. Se iniciaba entonces una carrera para dar con el asesino. Había que reconstruir las últimas horas de la víctima, y era realmente difícil. Aquella noche era sábado de Carnaval, y Cangas de Onís había sido un ir y venir hasta altas horas.

Los agentes lograron extraer una muestra de ADN de uno de los calcetines de la víctima, unos restos biológicos que no se correspondían con Francisco Javier Viego. Podían dirigir hacia el asesino.

La Guardia Civil logró saber que la víctima había estado de copas en la discoteca Galaxia de Cangas, junto a una chica. Los investigadores comenzaron a tomar muestras de ADN de las personas que habían coincidido en el local. Hasta treinta se tomaron. En cuanto a la joven que había estado jugando al billar con "Pancho", se trataba de Nerea Asprón, una joven de 19 años con problemas de drogas. Los agentes la llamaron en varias ocasiones para pedirle que acudiese al cuartel para tomarle una muestra de saliva. "No hacía más que darnos largas y eso hacía acrecentar las sospechas sobre ella", indica uno de los investigadores de aquellos crímenes.

Fue entonces cuando se produjo el segundo crimen, el 19 de marzo, cerca de la localidad parraguesa de Collía. Esta vez, la víctima era el taxista Guillermo Amieva. Y su muerte no había sido menos cruel: presentaba 35 puñaladas. Pero los agentes de Criminalística marcaron la diferencia. Era la una de la madrugada, noche cerrada, y lograron encontrar una mancha de saliva, un escupitajo, junto a la puerta del conductor. Los investigadores advirtieron rápidamente que estaban ante el mismo asesino de Cangas.

La razón por las que Nerea Asprón no acudía a los requerimientos de la Guardia Civil era muy simple. La joven tenía una relación con Alexis Manuel Feliz, y éste la presionaba para que no colaborase. Porque Nerea había sido el señuelo utilizado por Alexis para tender una trampa a "Pancho" Viego. La joven aseguró en el juicio, celebrado en junio de 2012, que la víctima le debía dinero a Alexis, que se dedicaba a la venta de drogas y que había decidido darle una paliza y robarle. Nerea cumplió bien con su cometido y abandonó la discoteca con "Pancho", muy acaramelados, camino de la casa de éste. Detrás iba Alexis. En el portal, lo que iba a ser un robo terminó mal. "Se puso como loco, quedé asustada. Le metió una puñalada por atrás y otra por 'alante'. Y siguió apuñalándolo en el suelo", declararía Nerea en el juicio que la condenó a 15 años.

El asesinato del taxista, veinte días después, respondió a la necesidad de Alexis de conseguir fondos para huir hacia Suiza. Allí residía su madre y su exmujer, con la que tenía una hija. La mujer acababa de iniciar otra relación sentimental, y ese aspecto también pudo influir en su decisión. Tomó prestado el BMW de un amigo y puso rumbo a los Alpes.

Poco después era detenida Nerea, al comprobarse que su ADN se correspondía con el hallado en el calcetín de "Pancho". La joven cantó de plano y la Guardia Civil reclamó la extradición de Alexis a los suizos. En agosto de 2010 terminó ingresando en la prisión de Asturias, mientras se reunían las últimas pruebas contra él. El dominicano había robado el móvil del taxista, además de otros efectos, como un GPS. La Policía suiza los había catalogado como objetos personales. Cuando llegó a España, a la prisión de Soto del Real, se deshizo sibilinamente de esos efectos que él sabía que podían incriminarle. Un funcionario se quedó el móvil. Cuando lo activó, alertó a la Guardia Civil, que tenía controlado ese número. De esa forma pudieron recuperarse los objetos robados y ligarlos con el dominicano. La prueba final que remataría la suerte de Alexis Feliz llegó cuando el laboratorio concluyó que el dominicano era la persona que había dejado un salivazo junto al taxi de Amieva.

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