El Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) tiene instaladas unas 120 cámaras de control de fauna a lo largo de toda la cordillera cantábrica. Son herramientas que se activan a partir de movimiento o calor en su zona de acción y que están disponibles para captar imágenes los 365 días del año, las 24 horas del día.

Fueron los responsables de esta organización quienes descubrieron las imágenes con el supuesto pirómano, un hombre que llevaba un gorro pero que, a juicio de la Guardia Civil, podía ser identificado.

Era una persona que pasaba por el bosque a una hora intempestiva, en plena noche, y, según los investigadores, muy cerca del lugar donde se cree que pudo haberse iniciado el incendio. "Nosotros colaboramos por sistema con la Guardia Civil y con la Fiscalía de Medio Ambiente", asegura Roberto Hartasánchez. "La información que nosotros podamos aportar está a disposición de las autoridades", añade.

Las cámaras funcionan en todo el mundo. En Asturias, desde hace más de dos décadas. Hay cámaras que se ubican en el mismo lugar desde hace diez años -explica Hartasánchez- lo que permite disponer de datos muy significativos sobre la evolución de determinadas especies de fauna salvaje en nuestra región. Algunas, en lugares tan inaccesibles que pueden pasar años sin que se detecte en sus inmediaciones una presencia humana. Son el corazón del bosque virgen asturiano.