Si me hablan de San Antolín de Bedón no puedo evitar tener sentimientos encontrados. Por un lado se me dibuja una sonrisa en la cara porque es una de las joyas del oriente asturiano, de una belleza incomparable; por el otro no puedo evitar que la rabia me invada desde lo más profundo. Es incomprensible que un edificio de tal belleza, con tanto potencial y con tanta historia pueda ser dejado a la deriva sin ningún tipo de miramiento. En el 2011, tras una época de silencio en la que parecía que las administraciones se habían olvidado de él; mientras permitieron que se llenara de pintadas y basura y después de que fueran testigos impasibles de otras muchas barbaridades, pusimos en marcha un grupo en Facebook con el objetivo principal de volver a darle voz al monumento. Ya somos algo más de quinientas personas las que sentimos que es necesaria una actuación inmediata. A día de hoy no se ha alcanzado una solución definitiva, pero sí se ha conseguido que vuelva a estar en boca de muchos. San Antolín es nuestra historia, forma parte de nosotros y tiene que ser disfrutado por todos. Es incomprensible que un Bien de Interés Cultural, de la misma categoría de protección que el puente de Cangas de Onís, caiga en el olvido y no pueda ser observado por las decenas de turistas y peregrinos del Camino de Santiago que día a día pasan por delante.
Portavoz de la plataforma ciudadana en defensa de la iglesia de San Antolín de Bedón
