Diputada de Podemos por Asturias en el Congreso

Atrapada en el tiempo

Cuando la política nacional parece anclarse en el "día de la marmota"

En estos meses la referencia cinematográfica que más he escuchado es la de "aquella peli del día de la marmota". La película, "Atrapado en el tiempo", quizás no merezca tanto manoseo referencial. Menos para hablar de la situación política de un país como éste. De acuerdo en que seis meses después experimentamos una sensación "déjà vu" que, como todo "déjà vu", genera incomodidad, desasosiego. Y además en este caso no es sólo una sensación.

El 19 de julio volvíamos a la Cámara baja, al Congreso, con una sensación que ya no era la de inicio de algo. Volvíamos tras una parada que no nos había permitido parar del todo, para volver a una actividad de la que, sin más que un gobierno en funciones -y muy insumiso en sus funciones-, no habíamos visto los resultados. Y como si nada hubiera cambiado, la voluntad para romper con las políticas que han llevado a millones de familias a situaciones extremas, que nos han arrebatado derechos, libertades y dignidad, siguió siendo menor en número. Y los intereses de aquellos partidos que, como Ciudadanos, no tienen problema en contradecirse, primaron e hicieron a Ana Pastor -esa Ministra de Fomento que en abril plantó a las familias de las víctimas de Angrois y que consideró que comparecer y rendir cuentas no formaba parte de sus obligaciones- presidenta del Congreso. En su cargo actual ya no cabrá preguntarle a Pastor por los retrasos y las mentiras en las obras de la Variante de Payares, por ejemplo. Aunque sobre infraestructuras vinculadas a Asturies tuvo a bien negarse a responder hasta en once ocasiones siendo Ministra.

Pero la historia que dirige Harold Ramis, y que marcó parte de la primera mitad de los noventa, no es únicamente una sucesión continua de un día concreto. La historia, para que tenga interés, evoluciona. Y el personaje al que da vida Bill Murray sólo logra salir del 2 de febrero cuando deja de ser "malo" para pasar a ser un tipo decente, consciente de su entorno, solidario y un poco en condiciones para los afectos y para la vida en general. Le preguntaron a Ramis en una entrevista cuánto tiempo era necesario para que el protagonista (interesado, egoísta, cruel) "se volviera bueno". Él lo había cuantificado en un aprendizaje de 40 años que para el resto del mundo eran tan sólo 24 horas. En la película se muestran 38 días. No sé si tendremos que esperar cuarenta años para tener "un buen gobierno" (como si pudiésemos aceptar un "gobierno malo", como de hecho hemos demostrado aceptar con una enorme paciencia de la paz social). Lo que sí está claro es que no se va a solucionar en 24 horas a ojos de toda la ciudadanía. Y que en 24 horas seguirán personas trabajando por sueldos míseros, seguirán mujeres siendo violadas o asesinadas, seguirán muchas personas pasando hambre o enfermando por el calor u otras causas sin recursos suficientes en sus centros médicos para ser convenientemente atendidas.

Han pasado días desde el nombramiento de la Mesa del Congreso y las posiciones de los partidos se van fijando para hacer que nada cambie. Volverán, como dice el poema, a contarnos mentiras que, mil veces repetidas, a muchos les parecerán verdad. Y volveremos a escuchar en la calle verdades que, mil veces repetidas, serán claramente llamadas de auxilio.

Nos toca ahora la batalla de cambiar la dinámica del "día de la marmota", que la política en la institución deje de estar atrapada en el tiempo.

Compartir el artículo

stats