La columna del lector

Una Asturias para todos

Asturias suena a pluralidad y biosferas, a connotaciones épicas y a Principado con premios universales que nos sitúan con prestigio en el mapa. Hay una respetable Asturias "oficial" y otra de leyendas urbanas por cualquier punto del mundo. Bienvenidos al "paraíso natural". Los asturianos, orgullo y sentir no excluyentes, somos un "demos" regional español, de raíz reconocible, formado por personas venidas de muchos sitios que deberían creer más en su potencial emprendedor. El antiguo Reino de Asturias, trasladada la Corte, estuvo más bien a dos velas y adormecido durante siglos de escasez. Castañas, maíz americano, patata y boroña.

Sin embargo, aquella sociedad de vaqueiros y teitos, pescadores y nobles segundones, alumbraría a notables ilustrados. Posteriormente, sacrificados guajes y aprendices con candil, calzando madreñes, bajaron de escarpadas aldeas a minas, fábricas y talleres para extraer los frutos de la Revolución Industrial y las cuatro vaquinas. Con fama de revoltosos pero también solidarios y socarrones, vivimos la negra contienda y acogidas masivas de otros españoles compatriotas, que hallaron trabajo en los emporios de empresa pública. La Comunidad Económica Europea nos trajo una de las mayores reconversiones industriales de Europa, un derecho derivado vinculante, subvenciones millonarias y cohesión social. Asturias, ciudades de Regenta y Rock, contemporáneas y mestizas. Cultura de tiros largos y de centro social, fútbol, chigre y centro comercial. Cuencas mineras de prejubilados, gestión más que dudosa de unos fondos clave desperdiciados; gentes únicas y zonas en declive. Nuestra autonomía, de cortos vuelos, debe muchísimo al esfuerzo de familias humildes y trabajadoras, que dieron alta cualificación a sus hijos emigrados. El territorio se despuebla. Ya hay cientos y cientos de aldeas abandonadas y cubiertas de zarzas y matorrales. Tampoco somos un eterno tapiz verde montuoso: el bellísimo paisaje, antropizado de prados y fincas, se extingue por la incuria.

Caen los hórreos y casas, se quema la entrañabilísima Asturias rural. Clamemos por el resurgimiento de la Asturias que no se resigna a seguir descendiendo en los índices de bienestar, crecimiento y natalidad. Por que nos revierta al menos algo del capital humano producto de la universidad investigadora y la formación profesional. Asturias de ruinas industriales y sendas del colesterol, te veo y asiendo un exánime y venerable geriátrico. Precisamos grandes dosis de ánimo constructivo para no desaparecer, para romper con un ciclo de caída libre. Es momento de superar localismos estériles y crear sinergias y vertebradores ejes metropolitanos, sin olvidar los pilares sociales y nuevas realidades.

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