La columna del lector

¿Dónde está esa respuesta?

Hay barreras que nos sorprenden y, cuando creíamos que el corazón humano había llegado a la temperatura límite con la congelación, se superan. Les habla un joven, alguien que recién llega a las dos décadas de vida, pero no se confundan, espero que esto no reste credibilidad a mis palabras.

Hace tres meses aproximadamente, se le diagnostica a mi madre, mujer dedicada durante toda su carrera profesional a los demás, una enfermedad considerada terminal, con un tratamiento quirúrgico necesario y a pocas semanas vista, si queríamos mantener alguna esperanza de conseguir un desenlace positivo que sin operación se tornaba auténticamente imposible. Y ahí, en ese preciso instante, comenzó nuestra auténtica odisea.

Comenzamos acudiendo al Hospital que más cerca teníamos, el de Cabueñes. Allí, lejos de presentarnos una posibilidad de curación, la destinaban a cuidados paliativos.

No estamos aquí para hablar de sentimientos, lo sé, y por ello respeto la decisión que el personal sanitario vio más práctica. Nuestro problema no es con ellos, ni mucho menos.

Tras la negativa a la operación nos quedamos desolados, como es lógico. Ninguna madre quiere faltarle a un hijo tan joven, por lo que decidimos buscar opciones. Nos comentaron que en el HUCA estaban desarrollando un tratamiento a esta maldita enfermedad que, aunque pionero, podría poner fin a todo el tiempo de sufrimiento que ya habíamos pasado. Esto sucedió hace algo más de dos meses.

Presentamos nuestro caso ante los doctores, que se comprometieron a estudiar los pros y contras y darnos una respuesta ante la cuestión de si era viable operarla. Me había puesto en lo peor, no les voy a mentir. Estaba preparado para una negativa, todos lo estábamos y teníamos guardado algún plan para contrarrestarlo; nos negábamos a quedar sentenciados.

Se comprometieron a darnos una respuesta a la semana siguiente. Cada hora contaba y la posibilidad de un final feliz disminuía cada vez que tachábamos un día del calendario.

Finaliza diciembre. Aún estamos esperando por una respuesta para saber si la enfermedad terminal de mi madre va a poder ser tratada. Pero no se preocupen, de verdad. Ya hemos tomado medidas viendo que este sistema sanitario está hueco de corazón y va a ser imposible llenarlo.

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