Las colonias de abejas disminuyen a pasos agigantados. En España, en los últimos años, han desaparecido la mitad de las colmenas, y en el resto de Europa la situación es similar. Los especialistas en gestión de colmenares consideran que el verdadero enemigo de estos milagrosos insectos polinizadores no son la avispa asiática, la varroa ni otras enfermedades endémicas. El auténtico peligro son los pesticidas que acaban con una colmena en cuestión de segundos. Lo dice Nuno Troitiño, el "Leonardo rural" gallego, primer apicultor 4.0 de España, enamorado del proceso que da lugar a la miel. Su esfuerzo, y el de otros muchos defensores de las abejas, va dando frutos. Las inquilinas de los panales se han colado en el Parlamento Europeo y han convencido a sus señorías para que reclamen un sustancioso incremento en el presupuesto para programas nacionales de apicultura, y lo que es más importante: que la actividad cuente con una línea propia de apoyo en la Política Agrícola Comunitaria (PAC), después de 2020, a fin de compensar las pérdidas de producción. Los eurodiputados se han dado cuenta de que ponen de relieve que la UE necesita una gran estrategia para iniciar una seria repoblación de esos pequeños bichitos que realizan grandes contribuciones al mantenimiento de la vida tal como la conocemos.
Sin abejas la humanidad desaparecería en cuatro años. La famosa frase atribuida a Einstein supone mucho más que una sentencia de esas que se repiten constantemente como mantras en las conferencias de turno. Nunca como hasta ahora el presagio del científico estuvo más cerca de cumplirse. Los indudables vaivenes climáticos que hacen aparecer primaveras en pleno invierno y el creciente monocultivo masivo que se da en la agricultura juegan en contra de las "tejedoras" de miel, también de otros insectos comunes, como los saltamontes o las moscas. En medio de este escenario incierto sólo el hombre tiene la capacidad de cambiar el rumbo, si ya no es demasiado tarde...
