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Concejal de Somos en Avilés

El gato que cazaba ratones

Diferentes visiones sobre las prestaciones de los servicios públicos

Cuando China tomó decididamente el rumbo hacia el capitalismo, Deng Xiao Ping resumió aquel proceso en una frase histórica: "No importa si el gato es blanco o negro, lo importante es que cace ratones". Luego, Felipe González la trajo desde China para inaugurar la liquidación de las empresas públicas del INI y dar paso los años de la "beatiful people" y el "enriqueceos" de Solchaga.

La metáfora del gato nos muestra la necesidad de proporcionar determinados servicios comunes a la ciudadanía con indiferencia del camino seguido para ello. Las administraciones tienen que garantizar la atención sanitaria, el acceso a la educación o la dotación de infraestructuras, pero da igual que esos servicios los preste el sector público de manera directa o una empresa privada que recibe una contraprestación por ello. Esa idea está en el tuétano del Partido Socialista y es principio rector de su política a todos los niveles, incluido el local. En el Pleno del ayuntamiento de Avilés, una concejala criticaba la consigna de la remunicipalización de servicios diciendo "ustedes se centran en los medios y no en los fines" , "prestamos servicios con diferentes modelos". Es la metáfora del gato en versión prosa, yo prefiero la elegancia oriental.

Si usted tiene la casa llena de ratones ciertamente le dará igual que el gato que los ahuyente sea blanco o negro, común o de angora, grande o pequeño. Seguramente pondrá en valor al que consiga el objetivo de librarle la casa de los "malditos roedores", como diría el gato Jinx. Pensemos un poco en el gato. Si no tiene ninguna simpatía por él y sólo es un animal doméstico que viene a hacerle un trabajo, si lo ve como quien mira a una lavadora, entonces le dará igual que el gato sufra más o menos en la cacería, si recibe dentelladas de ratones como aguarones o si su sola presencia los hace huir despavoridos, si al finalizar su jornada recibe una pechuga de pollo o un poco de arroz cocido con pan. Si le cuesta tanto ponerse en el lugar del gato como ponerse en el lugar de una lavadora entonces, en efecto, sólo valora el diferencial de ratones entre la entrada y la salida del gato. Como el señor de los gatos ingresa dinero por ratón eliminado y gasta por gato alimentado, para mejorar la cuenta puede alimentar con lo mínimo a sus gatos o echarlos a patadas y sustituirlos por matarratas, allá él con sus negocios porque eso no es asunto suyo.

Sucede que en la prestación de un servicio intervienen personas, no son gatos ni lavadoras. Sucede que resulta fácil ponerse en el lugar de una persona que tiene que trabajar manteniendo un jardín, recogiendo basura, educando niños o cuidando personas mayores y resulta fácil valorar el que esa persona haga ese trabajo en buenas condiciones, con un salario digno, con estabilidad en el empleo. Resulta que muchas de esas personas hacen mejor su trabajo si las condiciones son más favorables aunque siempre hay quien prefiere motivar con el látigo del hambre. Resulta que la parte del señor de los gatos se puede dedicar a mejorar la ración o a aumentar la manada y entonces, usted tendrá una casa limpia de ratones y convivirá con gatas y gatos un poco más felices, y un poco menos flacos.

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