La renuncia municipal a la escuela taller y al taller de empleo es una calamidad en la forma y en el fondo. Es triste que el Ayuntamiento se cargue de un plumazo unas iniciativas que tratan de promover la inserción laboral en una ciudad con un elevado paro cronificado. Pero es más lamentable aún que lo haga después de organizar el proceso de selección de cursillistas y monitores, es decir, después de que decenas de avilesinos lucharan por una oportunidad laboral. Dando por cierto que el problema estriba en que estos proyectos carecían del suficiente soporte legal, cabe preguntarse por qué se pusieron en marcha o, como poco, por qué arrancaron antes de contar con los pertinentes informes jurídicos, al revés de lo que aconseja el sentido común. Nadie pone en duda las buenas intenciones del gobierno local para combatir el desempleo. Pero se ha perpetrado una chapuza por empezar la casa por el tejado.
