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Historiador y profesor

La toponimia urbana

La propuesta del PP para dar el nombre de Miguel Ángel Blanco a una calle de Avilés

La toponimia urbana es uno de los focos de emisión potencial de memoria colectiva más importantes, las calles son auténticos repertorios de la memoria oficial de los regímenes políticos. La rotulación del callejero es pues uno de los instrumentos de memoria más potentes al servicio del poder establecido.

Podemos hacer un recorrido por los distintos momentos de la historia de las ciudades a través de los nombres de sus calles donde se reflejan las autoridades importantes o los nombres populares que guardan un valor sentimental para la población. Estas rotulaciones, al ser focos de memoria tan importantes, se convierten en pugnas por la memoria colectiva del espacio urbano.

En Avilés, las calles han sufrido numerosos cambios en el siglo XX, ya en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, de la República, durante el Franquismo y la Transición.

En Avilés, con la llegada de la II República, muchas de las calles fueron sustituidas por nombres asociados al republicanismo o a la intelectualidad del momento; calles como la de Pablo Iglesias o la calle Libertad, o los homenajes a Galán y García Hernández. Con la llegada de la dictadura, el gobierno municipal se apresuró, ya a principios de 1938, a hacer un borrado de estos nombres para sustituirlos por otros asociados a los nuevos poderes políticos; todavía hay vecinos que recuerdan la calle General Franco o la del General Mola.

Uno de los momentos más importantes para nuestro actual callejero fue la Transición. La primera Corporación municipal de la democracia, en un Pleno que tuvo lugar el 18 de julio de 1979, cambió ni más ni menos que 32 calles. Entre las sustituciones de nombres, figuraron los de las calles José Antonio (ahora San Francisco), General Franco (La Cámara), Ruiz de Alda (Jovellanos) o Calvo Sotelo (Palacio Valdés). Aquel Pleno fue bronco, los concejales de UCD abandonaron la sesión en forma de protesta y hubo una campaña vecinal para mantener el nombre de la plaza de España, el cual quería ser sustituido por el de plaza de la Constitución. También hubo presiones de la ultraderecha para no poner el nombre de Pablo Iglesias a la anterior calle franquista General Mola, con la intención de llamarla Hermanos Soria. Algunos cambios quedaron en el tintero, ni más ni menos que dos alcaldes franquistas: José López Ocaña y Francisco Orejas Sierra.

La semana pasada, el PP avilesino anunció su intención de llevar al Pleno la concesión de una calle al concejal asesinado por ETA Miguel Ángel Blanco. Es lógico, el Partido Popular también tiene su idea de memoria, aunque critique la memoria histórica o ponga el grito en el cielo cuando se intentan cambiar calles asociadas a la dictadura franquista. Sus referentes son sus referentes.

Pues bien, ahora lanza un órdago a la Corporación para aplicar su memoria y acusará de antidemocráticos a quienes se nieguen. A mí no me parece mal que busquen su memoria, me parece que en democracia los nombres deben ser acordados en consenso. ¿Pero realmente Miguel Ángel Blanco debe tener una calle? Ya hay un paseo dedicado a todas las víctimas del terrorismo. ¿Querrán sustituir la calle del alcalde franquista José López Ocaña por la de Miguel Ángel Blanco? ¿Estarán dispuestos a votar una calle en reconocimiento a las víctimas de la dictadura?

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