Según ha afirmado el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, las pensiones son prioridad absoluta para su Ejecutivo, basado, por necesidad de sobrevivir y de no convocar elecciones anticipadas, en la diálogo y en el pacto. De seguir así las cosas de la vida -nacimientos y defunciones-, las futuras pensiones públicas, que no las regala el Gobierno de turno sino los que trabajan duramente y cotizan de forma regular, corren serios peligros. Hace tiempo que el Banco de España, la máxima autoridad monetaria de España, ha llegado a una conclusión muy preocupante: debido al envejecimiento de la población española, las futuras generaciones percibirán una pensión media significativamente menor que la actual. Y esto suponiendo que España supere la crisis actual y entre en la senda del crecimiento de un 3%, lo que parece que el Gobierno de Rajoy no va a lograr por la irresponsabilidad de lo que hacen todo lo posible para hundir España.
Al envejecimiento de la población, hay que añadir la tasa negativa de natalidad que aumenta con los ataques continuos a la familia y al matrimonio como Dios manda; a lo que hay que añadir el numero pavoroso de cientos de miles de abortos más al año; realidades que pueden cuestionar el mismo futuro de España como nación. Que las pensiones corren menos peligro con más empleo y más cotizaciones a la Seguridad Social es una obviedad que algunos no quieren admitir.
El envejecimiento y la natalidad fuertemente negativa ponen en peligro el futuro de las pensiones, si no las presentes, sí las futuras. En España, la tasa de natalidad es menor que hace 34 años, ha pasado del 17,20 al 9,69. Los españoles ahorran menos y consumen más porque piensan que su pensión pública está asegurada. En otros países, las tendencias van por otros derroteros, por cuanto los padres son conscientes de la creciente carga de las pensiones para los futuros pensionistas que serán sus hijos. Por eso, ahorran más e pesar de pagar más impuestos. Las pensiones, como la Educación, exigen un pacto nacional que aleje la demagogia y el populismo que a nada conducen, sino a desvertebrar aún más España. Contra los hechos no hay argumentos político-ideológicos, ni demagogia.
