Estos días la oficina de Liberbank de Pola de Siero tuvo clientela, o por lo menos eso parecía. La maquinita expendedora de turno me dio el 163. Miro la pantalla. Iba por el 138. Dos empleados en ventanilla, lo que se traduce en casi una hora de espera. Aprovecho para consultar internet en el móvil. Veo que Liberbank obtuvo en el trimestre pasado 38 millones de beneficio, y al ser menor que el año anterior se adoptarían medidas de eficiencia. Una sería el ajuste de plantillas, sobrando 600 empleados. Aparece en pantalla el 150 y un amigo se acerca y comentamos. Y largó cuanto quiso, dijo de todo respecto a don Manuel. Hasta dijo que había sacado de Liberbank un depósito de cuantía seria para llevárselo al Santander. Fue entonces cuando recordé ir a cobrar mi primera nómina a Caja de Ahorros de Asturias, la amabilidad del empleado, la siempre disposición a ayudarme, y me expliqué la caída de beneficios y que don Manuel sacase sus depósitos. Seguro que es culpa de la maquinita. Ahora el 159. No puedo esperar. Marcho. ¡Ay, Manolín, Manolín!
