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El cogollu

Tres apuntes de verano

Del reencuentro en Sariego al adiós a Gustavo Bueno y a Juan Manuel Junceda Avello

Sariego, ahora en su tradicional y espectacular motocross, celebró un concurso de sidra casero muy familiar, muy llano. El exalcalde Javier Parajón hizo de anfitrión allá en una ya lejana noche veraniega de reencuentros y saludos. Uno de los más comprometidos vecinos de Vega es José Álvarez "Pola", veterano de la CSI en la mina, y ahora prohombre del deporte tradicional. Candín y el naval gijonés habían sido escenarios compartidos años atrás. "Aquello era otra guerra", comentaba Pola al ofrecer un culín de sidra. Otra guerra, en efecto, de la que algunos como él han salido con dignidad y otros sin honra.

Ha habido otros encuentros y no han faltado despedidas. En el tanatorio de Los Arenales, acompañando a la familia del oftalmólogo Juan Manuel Junceda Avello, se hallaba entre sus familiares Ramón Avello Zapatero. Este magistrado jubilado, vinculado a Valdés de toda la vida, era para mí el padre de Juan, juez en Las Palmas de Gran Canaria, amigo y contertulio habitual entre asturianos, pero ahora tengo que añadir que se trata de un paisano nacido en Nava. Su apellido materno lo delata y hasta nos une. Hijo de un director del Banco Herrero fue la guerra civil, como a tantos otros, la que provocó su traslado familiar. Hoy disfruta de su jubilación y de sus nietos entre Oviedo, Luarca y Canarias.

No he sido alumno de Gustavo Bueno. Por desgracia. Lo he admirado en la distancia. Su muerte me ha hecho recordar, y más después de leer a Javier Neira, que Blas Martínez Ramos, ilustrado párroco de Nava en los ochenta del pasado siglo, era de los que prevenía a los noveles universitarios de la volteriana influencia del filósofo. A su juicio, ya había desviado del camino a algunos jóvenes de la parroquia. He leído con sumo interés las emocionadas reflexiones sobre el "ateo católico" y su erudición filosófica y enciclopédica. Con Unamuno repito aquello de "¡dame Señor la duda!" y me viene a la memoria la anécdota que relataba el periodista Juan Ramón Pérez Las Clotas sobre un ejercicio de oposición de un canónigo ovetense.

El Concilio terminó con aquellas convocatorias públicas para las canonjías que no se ganaban por gracia del obispo. Estudiante de derecho en la Universidad de Cimadevilla, acudía Clotas a exámenes a Oviedo y sentado en la plaza de la Catedral solía almorzar los bocadillos que con esmero le preparaba su madre.

En una ocasión entró en el templo con curiosidad y optaba a una plaza de canónigo Eliseo Gallo que tomaba la palabra ante el tribunal. "Voy a demostrar filosóficamente la existencia de Dios", proclamó con solemnidad el aspirante a magistral. Y desde uno de los últimos bancos surgió una sonora voz que escucharon todos: "¡Vas vete negru!".

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