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¿Quo vadis, Noreña?

La caída de la Villa Condal desde el primero al noveno puesto en la clasificación de renta de los municipios asturianos

A estas alturas casi nadie cuestiona la magnitud de la crisis de las industrias cárnicas en Noreña. Su hasta hace poco tiempo locomotora económica muestra signos de desaceleración. Algunas empresas han cerrado, otras se están deslocalizando y existe una amenaza latente para empresas muy importantes que incrementan los temores de que la situación a finales de año sea todavía peor. Las restantes luchan por mantener la actividad en un sector que es una de nuestras señas de identidad y, lo que es más importante, sufre para conservar el empleo existente.

Las cifras son tozudas y, a pesar de nuestra aparente complacencia, analizadas de forma conjunta reflejan la imagen del deterioro económico progresivo al que estamos siendo sometidos.

En primer lugar, el envejecimiento natural y progresivo de nuestra población ya aporta un componente negativo sobre la renta al incrementar sustancialmente el número de pensionistas.

Como en otros lugares, y con la colaboración de la reciente crisis económica, el paro ha crecido en los años finales del siglo XX y el inicio del XXI hasta multiplicarse por cinco. En 1980 teníamos 75 personas registradas en el INEM y las últimas cifras del año 2014 arrojaban 388 desempleados.

Además, en estos años se produce un reequilibrio de los sectores laborales. Durante los años de crecimiento, la industria y la construcción fueron nuestro soporte. Ahora dan trabajo sólo al 35% de los empleados de la villa, frente al 49% del año 1980. Y un sector que actualmente nos parece residual (porque prácticamente ha desaparecido), como es el agrícola y ganadero, en 1980 empleaba a 7 de cada 100 trabajadores.

En consecuencia, hemos ido bajando escalones en las distintas clasificaciones de renta per cápita disponible, descendiendo desde el primer puesto de nuestra comunidad autónoma, y con un superávit del 30% sobre la renta media de Asturias al inicio de la década de los 80, que es cuando aparecen las primeros estudios fiables de SADEI (y es posible que aún fueran mejores en los años setenta), hasta la novena plaza actual, con una renta disponible igual a la media autonómica en los últimos datos que disponemos, de 2012.

Sin duda, los del siglo XX fueron años de gran progreso para la Villa Condal, que ayudaron a mejorar la cantidad y la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, el futuro parece más incierto. Aunque no se atisben en el horizonte los remedios que puedan detener esta sangría, el esfuerzo colectivo podría revertir esta situación.

Agradezco a Ramiro Lomba Monjardín, José Luis Marrón Jaquete y Óscar R. Buznego su ayuda para conseguir los datos, ordenarlos y aclarar las ideas.

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