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Desde la Meseta

Mecánica

El cambio de bombillas en los edificios y en los coches

Hace años, el tener una radio de lámparas significaba o estar todo el día camino del técnico, o al menos tener una ligera idea de cómo cambiar una de las lámparas que habitualmente se fundían. Aquellas subidas y bajadas de tensión en nuestra red eléctrica, significaba un gasto en dichas lámparas, así como en las bombillas que mal titulaban incandescentes -porque en teoría nos daban luz y no deberían apagarse.

Me contaba Calichi, el jugador de fútbol, que durmiendo en la misma habitación, con un frío de diantres, y ya cada uno en su cama, uno de los dos debía de levantarse a apagar la luz, puesto que no había doble llave en la mesita de noche. El otro que no recuerdo qué jugador era, dijo: "Ni te muevas, esto lo arreglo yo enseguida". Y cogiendo un zapato lo tiró con tal acierto a la bombilla del techo. Ésta explotó, lógicamente, y durmieron los dos como angelitos hasta que fue de día y tuvieron luz natural. Fue un buen sistema en todos los órdenes.

Yo el procedimiento lo tengo utilizado al revés, porque era tal el frío en donde estaba de pensión que, mientras cenaba, dejaba encendidas las luces del techo y de la lamparilla de la mesita de noche y eso calentaba unos pocos grados la temperatura de la habitación: no era mucho, pero ayudaba al menos en tanto uno ponía el pijama y se metía en el "sobre" (léase cama).

De los primeros coches que gasté, cuando se fundía una bombilla de "corto", "larga" o de indicadores, solía ser yo el que la cambiase, porque era sencillo y los manuales solían ayudar a semejante tarea. Ahora ya no, porque es tal el enredo de material y cables dentro del habitáculo de los motores, que solo los verdaderos mecánicos saben cambiar tan sencillas bombillas.

Aquello de "zapatero a tus zapatos" es así. Y cada vez hay menos "zapateros" y los artesanos escasean.

Para acabar, diremos que hay bombillas "led", dicen, más duraderas y con mejor luz. Es decir, estamos alcanzando una nueva era de total incandescencia.

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