Cada vez parece más claro que al Gobierno del Principado de Asturias tampoco le importa un rábano el Campus de Mieres. Lo mismo que a la Universidad de Oviedo. Un mostrenco que nadie quiere. Y eso que el Presidente de esta autonomía es un mierense de pro, o eso dice. Y eso que este invento del Campus fue impulsado por su padrino político, por el padrino político de tantas y tantos, por Villa -hoy, "el innombrable"-. ¿Qué proyección política habría tenido Javier Fernández de no haber pertenecido a la cuadra del Tigre? Absolutamente ninguna. Como otros muchos que actualmente se hacen los loquitos, de memoria débil, en la pretensión de sanear el expediente de modo que la ciudadanía olvide de dónde vinieron y gracias a quién llegaron. Saben que llevan dentro el pecado original, los herederos del villismo, pero a ver quién es el guapo que se apea.
Ahora que lo pienso, igual es por eso, a lo mejor es este el motivo del indisimulado abandono del Campus de Mieres. Que nació condenado por el pecado original. Que mamá seguramente era una santa pero papá, ay papá, nos salió un prenda de cuidado, al que dedicamos parques, jardines y hasta dos cuencas mineras enteritas. Y ahora, todo lo que huela a Villa, como lo que apesta a Franco, hay que librarse de ello. Y claro, es llegar algún gerifalte regional, ponerse frente a la entrada principal del edificio gris y venírsele a la cabeza la imagen de José Ángel, y los recuerdos de lo que se tuvo que hacer, lo que hubo que tragar y callar para que José Ángel le tuviera a uno presente en sus oraciones. Y se le suben y bajan los colores, del blanco y negro al full hd. Porque José Ángel es hoy el ángel caído y presuntamente desmemoriado. Y todo lo que tenga que ver con él y su magna obra produce un yuyu que no veas. Y eso que no le pusimos su nombre al Campus, que seguro que si rebuscamos un poco encontramos la propuesta e identificamos a los autores.
Y así las cosas, pasamos de 1.700 a 700 estudiantes. Y los responsables, como la vaca mirando pasar el tren. Entre todos la mataron y ella solita se murió.
