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Francisco Palacios

Pasado imperfecto

Francisco Palacios

Las tribulaciones del primer Nobel español

Semblanza y obra de José Echegaray Eizaguirre, cuyo galardón despertó la animadversión de numerosos intelectuales

Pronto se cumplirán cien años de la muerte de José Echegaray Eizaguirre (1852-1916), primer español galardonado con un Premio Nobel, el de Literatura, "en reconocimiento a las numerosas y brillantes composiciones que de forma individual y original, ha revivido las grandiosas tradiciones del drama español". En 1898, seis años antes de la concesión de este Nobel, España perdía sus últimas colonias, consumándose su definitiva decadencia imperial. Y a Echegaray le cayó encima la losa pesimista de los jóvenes literatos de la llamada generación del 98.

Así, cuando la revista literaria "Gente Vieja", antimodernista, quiso organizar un homenaje público a Echegaray, varios de estos jóvenes vanguardistas firmaron un manifiesto en el que decían que no se trataba de dirigir la protesta sólo contra Echegaray, sino contra los que como él representaban una España pasada, corroída por los prejuicios y las supercherías, asaltada por los caciques, explotada por la burocracia, embaucada por las falsas reputaciones. Entre los firmantes figuraban Azorín, Baroja, Unamuno, Valle Inclán, Antonio Machado, Rubén Darío. Con ese escrito se cargaban de un plumazo no sólo el prestigio literario de Echegaray, sino que borraban también sus muy relevantes aportaciones en otros campos de la actividad pública.

Aunque sus dramas y comedias fueron representadas con gran éxito en diferentes capitales europeas (Londres, París, Berlín, Lisboa, Estocolmo), no es menos cierto que casi todos los especialistas coinciden en que Echegaray es un autor teatral mediocre, "un dramaturgo deplorable, que Dios tenga en su santo reino", según García Márquez.

El mismo Echegaray confesaba que escribía teatro por afición. Y para disponer de unos ingresos que le permitieran dedicarse sin problemas a su apasionante actividad científica. Ya cumplidos los 83 años declaraba que le gustaría vivir otros 25 para poder culminar una enciclopedia de Física matemática de la que llevaba escritos algunos tomos.

Al margen de las descalificaciones literarias y personales de que fue objeto, para muchos analistas Echegaray fue un "genio polifacético": ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, matemático, economista, dramaturgo, ensayista, profesor, político, miembro de la academias de la Lengua y de la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, presidente del Ateneo de Madrid, senador vitalicio.

Defensor de las libertades individuales y religiosas en el Parlamento y en otros foros, Echegaray fue un político decente y eficaz. Ministro de Fomento y Hacienda en diferentes gobiernos, impulsó las obras públicas, la industria, los ferrocarriles. Transformó el Banco de España, del que fue gobernador, en un verdadero banco nacional al otorgarle el monopolio de la emisión de billetes. Está considerado asimismo como el mejor matemático que tuvo España en el siglo XIX. Y fue el primer español en recibir el Premio Nobel, que en aquellos primeros años se otorgaba tanto por el prestigio científico de que gozaba el personaje a escala internacional como por el valor de su obra literaria.

Por otra parte, llama la atención que tres españoles hayan sido premiados con el Nobel en las dos primeras décadas del siglo XX (Echegaray, Ramón y Cajal y Jacinto Benavente). Un hecho que se contrapone al derrotismo que había provocado el desastre colonial en sectores influyentes de la sociedad española.

En definitiva, José Echegaray fue víctima de las criticas corrosivas de una parte de los intelectuales españoles, que no sólo lo convirtieron en un Nobel casi ignorado, sino que oscurecieron sus indudables méritos en otras muchas facetas del saber. Y como político. Esa inquina contra Echegaray ilustra bien ese atávico vicio tan español de no reconocer los méritos de aquellos compatriotas que tienen distinta manera de pensar.

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