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Ayer y hoy de nuestro patrimonio industrial

Las tolvas de carbón de Hulleras de Riosa

La historia de las instalaciones que deben albergar el Museo de la Lechería de La Foz

Conocido es que los primeros carbones explotados en el Coto Riosa-Morcín, lo fueron en Porció y consta su comienzo el 24 de abril de 1846. Su finalidad, alimentar los hornos de la Fábrica Nacional de Trubia, que se hallaba bajo la dirección del Teniente Coronel D. Antonio de Elorza desde el 18 de Agosto de 1844. El acarreo se efectuaba en carros tirados por bueyes en interminables y complicados viajes de 15 horas.

Antes de 1850, según refiere el Madoc, existían en Porció 34 hornos para fabricación de cok y en el período de 1850 a 1861 ya se habían ampliado a 40.

En la década de 1850 se hicieron prospecciones y reconocimientos en los afloramientos carboníferos próximos al pueblo de La Foz en una cota inferior 300 metros al nivel de las explotaciones preexistentes que arrojaron excelentes resultados, pero con el grave inconveniente que para su transporte sería necesario un ferrocarril cuya construcción, en aquel momento, era inviable.

Posteriormente se hicieron muestreos en la ladera opuesta del valle del río Riosa, en las zonas de Canales y La Raíz y de nuevo se hizo patente la necesidad de construir un ferrocarril para el transporte de estos carbones. Se iniciaron los trabajos en la cota 456 con un ancho de vía de 600 mm. y 5 km. de trinchera minera que atravesaba con un túnel de 600 metros el lugar de "La Boqueriza" para alcanzar Ana María, ya en términos de Loredo y descender por medio de planos de "gochu" los 500 vagones de la diaria producción hasta el grupo de Blancura desde el cual y por medio de otro ferrocarril de 1.500m. y otros dos planos se alcanzaba el lugar conocido como "El Cantu" ya sobre el pueblo de Ablaña. Otro nuevo descenso lo depositaba en el muelle de embarque ferroviario.

Este complicado y costoso transporte al que había que elevar también los carbones producidos en la ladera opuesta del río Riosa (en Porció - Otura) después de haberlos descendido por medio de planos hasta el fondo del valle, obligó a la Sociedad a proyectar un nuevo ferrocarril que desde la cota más baja en el pueblo de La Foz recepcionase todos los carbones producidos en las minas de ambas laderas evitando elevarlos hasta la cota 456 del ferrocarril.

En 1914 D. José Vigil Escalera redacta el proyecto de un nuevo ferrocarril con 9 km. de longitud, 11 túneles a perforar y un ancho de vía de 750 mm. Se inicia su construcción para finalizarla en 1920. Para el nuevo y moderno transporte se construye en La Foz una tolva de madera con la suficiente capacidad para el almacenaje de las producciones de varias jornadas. Los trenes compuestos por 15 vagones de 5 Tm. de capacidad se situaban bajo las boca rampas y transportaban en cada viaje hasta La Pereda 75 Tm. de carbón bruto.

En la trinchera del piso 256 que daba servicio a la mina Esperanza se había montado un basculador rotativo para los vagones de mina que basculaban sobre una canal situada sobre la ladera del monte, construida en madera y con chapeo interior para favorecer el deslizamiento.

Con una longitud de casi 300 metros , en medio de una nube de polvo y un infernal ruido descendía los carbones hasta la tolva situada en La Gortica .

Una segunda tolva , también de madera, se construyó a la entrada del túnel n.º 1 en "El Setal" para recepcionar los carbones del grupo de montaña conocido como "Blancura" situado por encima del pueblo de Bulloso y también propiedad de Hulleras de Riosa que lo había obtenido por compra a Joaquín Cuesta Ayón a principios del siglo XX .

El carbón producido en estas minas se descendía hasta esta tolva por medio de dos vaivenes ó tranvías aéreos, uno desde el primer piso a la cota 151, con una proyección horizontal del cable de 480 metros, y el segundo desde el subpiso , proyecto que presenta D. Luis Alvarez Fueyo, ingeniero director de Minas de Riosa . Tiene una proyección horizontal del cable de 240 metros y un desnivel entre los extremos del cable carril de 48 metros, lo que supone una pendiente del 20%, más que suficiente para que sea automotor y capaz de una velocidad que permita el transporte horario que corresponde a una producción prevista de 80 Tm. brutas por jornada en baldes de 450 Kg. de capacidad.

Esta tolva se mantuvo activa hasta el cierre del Grupo Blancura en 1949 y la construida en La Gortica-La Foz hasta la toma de posesión por Ensidesa de las minas e instalaciones de Hulleras de Riosa en 1952.

La integración en Ensidesa supuso una renovación y un nuevo planteamiento de importantes obras en la Sociedad. En esta década se acomete el encauzamiento del río Riosa y el paulatino relleno sobre el mismo con objeto de formar la plaza en que se ubicarán las instalaciones de exterior: talleres, casa de aseos, oficinas, subestación plaza de maderas, almacén, servicios sociales, sierras, jardines y aparcamientos etc.

Al mismo tiempo comienza la profundización del Pozo Montsacro hasta la 6.ª planta y el pozo Auxiliar hasta la 1.ª con sus correspondientes embarques cada 50 metros de cota.

Una tercera realización consiste en la construcción de unas modernas tolvas generales para sustituir a las antiguas de madera. De gran capacidad y robusta construcción en hormigón armado pueden almacenar las producciones de varios días. Longitudinalmente disponen de numerosas trampillas bajo las cuales se estacionan los trenes vacíos que en pocos minutos estarán listos para el transporte. En el año 1969 Ensidesa Minas de Riosa se integra en la empresa nacional Hunosa, que toma la determinación de modificar el transporte del carbón a base de camiones de 25 Tm. que cargando bajo las mismas trampillas que los anteriores trenes del ferrocarril de vía 0,75 m. y por carretera, depositan la diaria producción en el lavadero Central de Hunosa en Mieres. Algunos años más tarde nuevamente se modifica el transporte al comunicar los pozos Nicolasa y Montsacro y por medio de una cinta transportadora se conduce la producción de ambos pozos al Lavadero Central.

Este resto industrial de las antiguas tolvas fue salvado de su derribo por la feliz idea de quien pensó en su utilización para albergar el Museo de la Lechería que desde 1993 en que fue inaugurado ocupa otro emplazamiento más modesto e incapaz de albergar adecuadamente todos los utensilios que allí se exponen.

Pepín Sariego, su actual director, tiene perfectamente definida la gran muestra que podría ser este museo, que en la actualidad y por motivos económicos ha hecho un alto en su camino.

Esperamos y deseamos que este retraso sea breve y La Foz y quienes la visiten puedan disfrutar de esta gran obra inacabada.

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