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Ruralista

Agricultura ecológica: utopía o realidad

Asturias podría ser un referente a nivel nacional y europeo si se apostara por esta tendencia

Con la intención de alcanzar una forma responsable y saludable de vida, en los últimos años la agricultura ecológica se está asentando cada vez más en nuestra sociedad. Actualmente existe un claro aumento en el interés por los productos procedentes de este tipo de práctica, con un ritmo de crecimiento de entorno el 21% desde el 2010, tanto en Europa como en España. Las Comunidades Autónomas de Andalucía, Castilla la Mancha, Cataluña y Extremadura ocupan los primeros puestos en cuanto a extensión y producción de la agricultura ecológica, mientras que en Asturias a pesar de sus excepcionales características (suelo fértil, condiciones climáticas y disponibilidad de agua), parece que existen otros factores que ralentizan y afectan negativamente a su desarrollo y puesta en práctica.

Un factor bien reconocido es el factor social, el cual viene pesando mucho a lo largo de la historia sobre el "estatus" que en España representa ser ganadero o agricultor y la visión que se tiene hacia esos colectivos. Por otro lado, tampoco se deben olvidar otras limitaciones derivadas de la propia orografía del territorio, accesibilidad a la tierra etcétera, factores técnicos que pueden condicionar el planteamiento de una agricultura ecológica a gran escala como en otros lugares, pero que podrían solventarse en gran medida con planteamientos de tipo familiar, redes locales...

En Asturias, siempre han existido lo que se denomina Sistemas Integrados de Producción Sostenibles, en el que la unidad de producción se basa en la diversificación de diferentes componentes (agrícola, pecuario y forestal) que se complementan entre sí para asegurar la sostenibilidad de la unidad de producción. Este sistema se ha mantenido en el tiempo, como herencia de un tipo de sociedad muy diferente a la actual, demostrando con el paso de los años su viabilidad para este tipo de territorio. Con el auge actual por la agricultura ecológica, quizás se podría plantear la posibilidad de rediseñar y actualizar estos sistemas, para lo cual sería indispensable el apoyo y desarrollo de políticas públicas enfocadas a su sostenibilidad, la eficiencia y la competitividad, cuidando los sistemas de producción y la cadena de valor bajo este enfoque.

Además, la agricultura familiar ecológica se debería plantear como parte sustancial de la clave generadora de empleo verde. El incremento en su producción y comercialización incidiría favorablemente en la reducción de la pobreza rural, con un aumento de sus ingresos y disminución del abandono de las zonas rurales, así como en la mejora de la seguridad alimentaria y nutricional (referente que debería ser prioritario para todos los gobiernos como viene reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que menciona específicamente el derecho a la alimentación en su Artículo 25).

Adicionalmente, se podría también avanzar hacia un turismo ecológico, lo cual ayudaría entre muchos de sus beneficios a que al igual que en otros países, al agricultor o ganadero se llegara a ver como un "chef" que mima y cuida sus productos, que los lleva al máximo esplendor tanto en sabor como en calidad e inocuidad, elementos que determinan el buen aprovechamiento de los alimentos por parte del organismo, dándole así el necesario reconocimiento a estos primeros artesanos.

Cada vez somos más quienes creemos y apostamos por esta "nueva tendencia", para muchos, y "olvidada" para otros, que en gran medida nos acerca de nuevo a esa relación hombre-tierra con grandes e indiscutibles beneficios desde numerosos puntos de vista. Cada vez somos más quienes pensamos que por qué no, el sector agroecológico en Asturias podría ser un referente a nivel nacional y europeo. Pero para que esto se convierta en realidad y no solamente en una maravillosa utopía, ahora toca que no solo los gobiernos sino también los ciudadanos, creemos un clima adecuado y concienciado.

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